Jesús Cánovas, narrador.

Siete relatos, siete, ¿quizá, cabalística?, dotados de genuinas peculiaridades integran el total de esta primera entrega prosística de su autor. Y lejos de plantear un complejo microcosmos de hechos y dichos edificados a través de la palabra escrita, este reciente contador arguye una sucesión de argumentos cimentados sobre líneas temáticas de rabiosa actualidad, apostilladas, incluso, por lugares reales que constituyen un auténtico apoyo de verosimilitud, tan favorable en textos literarios dignos de ser considerados como tales. Singular es, sin duda alguna, que el escritor se dirija directamente a nosotros, sus lectores, como fieles receptores de sus entramados cuentísticos, muchos de los cuales vienen a confirmar el interés de Jesús Cánovas por las técnicas narrativas. No pocas son las voces narrativas que concurren en estas hebras de oro que son las páginas de esta publicación. Si en Talismán encontramos la estrategia literaria del manuscrito entregado, merced al cual escuchamos una declaración amorosa en forma de relato breve, en Fragmentos de un cuaderno inacabado asistimos a un puzzle de piezas bien encajadas y engarzadas mediante eslabones basados en el cambio, fluido y ligero, de la voz autorial. Quizá dos de las narraciones más brillantes de este libro. Las demás encierran también el encanto de albergar situaciones y experiencias cotidianas de nuestro mundano presente con las cuales el lector disfruta a la vez que atraviesa por procesos emocionales diversos recogidos en interesantes argumentos de lectura tan amena como profunda. Ambientes de saxo y humo que acompañan a vidas crapulosas -No sabes bailar pero eres un caballero- envueltas en melancolías, opresiones y hasta en instintos sangrientos; otros, de atropellado deambular consumista porque ¿estos humanos ¿animales risibles- tienen miedo a la soledad y buscan la compañía del rebaño¿. Es preciso entrar en este juego propuesto por el escritor-creador porque nos induce, a través de su palabra, a trascender a sus personajes y buscar soluciones en los contextos planteados. No faltan en la pluma de este bienaventurado pensador temas claves como la búsqueda del amor, puro y verdadero, lo efímero del tiempo y el antropocentrismo de la soledad en compañía, de la hipocresía. Recoge, asimismo, el tópico actual del nihilismo de hoy y la vulgaridad vista como una conciencia colectiva, sin embargo, su novedad radica en el enfoque adoptado. No busca el autor entretener sino ofrecer una fotografía del mundo en que vive, sus calles, sus gentes, personas de vida corriente y convencional intentando vivir, ¿he vuelto a ver las calles, el tiempo, ilusorio y terrible¿, se lee. En medio de este urbanismo se detecta una suerte de autobiografismo ficticio en virtud del cual el narrador mezcla lo social con lo individual universal, datos afines al común de los humanos. Lo cierto es que esta configuración narrativa constituye una inventiva ratificada por la sabiduría, hija de la reflexión y la observación. A todo ello se añade el sutil manejo del castellano con pinceladas líricas como retazos no buscados sino hallados, precisión en el uso de la palabra y concisa caracterización de personajes, espacios vitales y objetos. En suma, un estilo terso y llano, una forma de escribir que suena a aquella literatura independiente de Bukowki y Raymond Carver. Mª Ángeles Moragues Chazarra

12/11/2009 13:06:42