AMPLIACIÓN CONTENIDO

La máquina del tiempo.

Quienes hayan visto la película de «La máquina del tiempo» (sé que hay una versión del año 2002, pero yo me estoy refiriendo a la protagonizada por Rod Taylor y dirigida por George Pal, en 1960, que en España recibió el mostrenco nombre infantiloide de «El tiempo en sus manos») tienen sin duda una imagen distorsionada de la espléndida novela de Herbert George Wells, en la que se inspiró el largometraje. Se nos contaba en aquellas imágenes las peripecias que sufría un inventor que había construido una singular máquina del tiempo a finales del siglo XIX.

Con ella se lanzaba hacia el porvenir, descubriendo los horrores de la Segunda Guerra Mundial y la posterior devastación del mundo en 1966; y luego se desplazaba hacia el año 802.701, en el que el mundo estaba dominado por dos razas diferentes pero en cierto sentido complementarias: los eloi (ingenuos, calmados, rubitos, frutívoros) y los morlocks (subterráneos, peludos, violentos y antropófagos). El viajero consigue inculcar en las mentes de los eloi la idea de que deben luchar por su supervivencia (no dejan de ser el ganado con el que se alimentan los morlocks) y, tras conocer a una chica eloi especialmente rubia, dulce y de ojos claros (Weena), viaja de nuevo a su tiempo para conseguir una serie de elementos con los que educar a los eloi... y retorna con ellos. Si no me falla la memoria, una de las cosas que se lleva para hacer más habitable y civilizado el futuro es una Biblia. Pero la auténtica narración de H. G. Wells es harto menos ñoña y edulcorada que todo eso. En ella, el Viajero a través del Tiempo descubrirá las relaciones que se pueden establecer entre la vida de los eloi y los morlocks... con el proceso degenerativo de la sociedad capitalista, de la cual son reflejo extremo. Los unos, habiéndose acomodado a una existencia muelle, donde todo les resulta entregado como por ensalmo, sin que tengan que preocuparse de nada; los otros, cobijándose bajo la tierra, como proletarios que han ido asumiendo su papel hasta degenerar a niveles sub-humanos. Tampoco los caminos de Weena y del Viajero están planificados para unirse: ella va a sufrir un destino menos deseable que el amor. Y, por supuesto, los viajes que emprende el intrépido científico tampoco se detienen en esta primera aproximación al mundo del futuro: avanzará miles de años más, hasta encontrar la más grande de las sorpresas... Pero no, no seré yo quien la desvele. Para descubrirlo ustedes mismos no hay mejor solución que hacerse con la edición de la obra que acaba de lanzar la editorial Anaya y emprender su propio viaje. Les aseguro que encontrarán muchos más motivos para la reflexión que viendo la película, y se darán cuenta de que H. G. Wells es un escritor impresionante, al que hay que volver de vez en cuando. Merece la pena. Rubén Castillo Gallego. Título: La máquina del tiempo. Autor: Herbert George Wells. Género: Novela. Traducción: Nellie Manso de Zúñiga. Presentación y apéndice: Ana Conejo. Ilustraciones: Enrique Flores. Editorial: Anaya. Colección: Tus Libros Selección, 56. Número de páginas: 167. Encuadernación: Tapa blanda. ISBN: 978-84-667-8480-1.

14/03/2010 22:48:01