LIBROS JUVENILES

Las redes del infierno.

Se llama Lorena Moreno Pérez, vive en Molina de Segura y, entre sus 16 y sus 17 años, no tuvo mejor ocurrencia que ponerse a escribir una historia sobre los niños explotados en negocios pesqueros de Indonesia. Luego, el jurado del premio Jordi Sierra i Fabra, de la Fundación SM, decidió que esa obra era la mejor de cuantas se habían presentado al certamen; y como tal la han publicado en la colección Punto y seguido, con una bonita cubierta de Carlos Cubeiro. Y ahora viene la gran pregunta: ¿qué se le puede decir a alguien así; a alguien que en estos momentos está a punto de ser examinada en la prueba de Selectividad; a alguien que, en plena adolescencia, ha conseguido algo que muchos otros escritores no conseguirán nunca, ni en la madurez ni en la senectud (aparecer en las librerías bajo un sello tan potente como SM)?

10/06/2010 13:17:47

El hijo del ladrón.

Si tuviera que elegir el nombre de un autor de novelas infantiles y juveniles que me haya impresionado en los últimos años, uno sólo, probablemente elegiría el de César Fernández García. Primero, porque ninguna de sus producciones me ha deparado decepción alguna, lo cual es difícil; y segundo, porque se adivina en sus páginas que tiene cuerda para rato, y que su capacidad para imaginar personajes y argumentos no se va a agotar en unos pocos títulos. Lo más reciente que se puede leer de este novelista es «El hijo del ladrón», que le ha publicado Bruño hace unas semanas.

04/06/2010 13:36:42

LIBROS DE PROFESORES

En torno a la tiza.

Ramón Jiménez Madrid ha sido, entre otras cosas, catedrático de Lengua y Literatura española, especialista en literatura murciana, Director durante más de dos décadas en el I.E.S. Alfonso X el Sabio y Jefe de Servicio de Publicaciones, Estadística y Documentación de la Consejería de Educación y Cultura durante una media docena de años; y todo este bagaje lo ha volcado en un puñado de libros, de entre los que destacamos, en esta ocasión, este compendio de artículos, publicado en el diario La Opinión, en los que da cuenta pormenorizada de su relación con el mundo de la enseñanza.

15/09/2010 22:26:00

Dulcísimas hebras de oro.

Encontramos en la literatura de Jesús Cánovas, muy a menudo, claras referencias a sus preocupaciones de orden filosófico, que suelen emerger en sus textos poéticos y que en este pequeño libro de cuentos, en esta exquisita miniatura narrativa identificamos muy pronto junto a su condición de escritor lírico, rasgos que enriquecen, sin duda, y le otorgan profundidad a la mera anécdota: He observado los rostros de la gente; me detengo, los escruto. Y en todos ellos encuentro amargura

15/09/2010 22:24:01

Didáctica del texto literario

Siempre he pensado que una de las misiones fundamentales de un buen maestro (y uso la palabra en el más hondo de los sentidos: el «magister» clásico) es la de iluminar, señalar caminos, sugerir a sus alumnos. Es decir, trazarles la posible aproximación (una o muchas posibles aproximaciones) a la obra de otros. De ahí que convenga a tales maestros por simple justicia el título de «pontífices»: los que construyen puentes, los que facilitan abordajes, los que roturan veredas. En mi caso particular diré que jamás hubiera entendido a Góngora sin la inestimable labor orientadora de Dámaso Alonso, que desbrozó para mí la meseta cordobesa de metáforas de don Luis; y que muchos juegos verbales de Quevedo me fueron desvelados por comentaristas como José Manuel Blecua. ¿Cómo no tener cariño a quien te presenta a la persona amada o al autor admirable? En ese orden de afectos el profesor murciano Francisco Javier Díez de Revenga ocupa en mi formación un sitio principal.

23/06/2010 12:27:19

El silencio perturbado.

Tengo una costumbre arraigada desde que cumplí los veinte años: anotar en mi ordenador la fecha en que leo cada libro y lo que opino realmente de él, fuera de compromisos críticos, posturas de profesor, amistades o enemistades. Es mi auténtico «Librario íntimo», que nadie lee más que yo. Al caer en mis manos este volumen de Isabel María Abellán recordé nebulosamente su nombre y la sensación de haber leído algo suyo, pero no sabía dónde; así que revisé, con la ayuda de la informática, mis fichas de lectura. Y allí estaba. En una anotación correspondiente al 4 de junio del año 2000 cuando, después de leerme la antología «El corazón delator», anoté que sólo cuatro personas de las allí publicadas se me antojaban buenas revelaciones.

28/05/2010 13:48:17