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1. Introducción

La formación continua o formación permanente es considerada por todas las instituciones y empresas como un elemento estratégico y de enorme importancia para el buen funcionamiento de la organización y la consecución de los objetivos propuestos.

En cada puesto de trabajo de una organización, la persona que lo ocupa debe desempeñar funciones que requieren el dominio de unas competencias profesionales que, en ocasiones, no han sido conseguidas con la formación inicial, o, en otros casos, los procesos de cambio exigen la actualización y reciclaje de la formación inicial para que el desempeño de dichas funciones sea el mejor posible y la consecución de los objetivos institucionales no se vea dificultada.

En este marco general, hay que entender la formación permanente del profesorado, cuyo sentido no es otro que incidir en la mejora de los aprendizajes de los alumnos y en la mejora de la organización y funcionamiento de los centros a través de la capacitación de los responsables de dichas acciones, es decir, el profesorado.

La formación del profesorado pretende conseguir un determinado perfil del profesor, en teoría un profesor con unas características que consideramos las ideales para el desempeño de las funciones que tiene que asumir. Por lo tanto, previo a la determinación de las necesidades de formación de un docente o colectivo de docentes, es necesario plantearse a qué perfil se pretende llegar, cuáles son las funciones que los profesores hoy deben desempeñar. En definitiva, tener claras cuáles son las competencias profesionales necesarias para desempeñar adecuadamente un puesto docente.

Una vez definidas las competencias profesionales hay que determinar las acciones formativas adecuadas para que el profesorado adquiera las competencias profesionales necesarias, o perfeccione aquellas susceptibles de mejora. Es lo que venimos llamando la detección de necesidades de formación, paso previo e imprescindible para planificar la formación.

El proceso de detectar necesidades resulta así fundamental al permitir orientar los procesos de planificación, dirigir procesos de cambio y permitir describir las diferencias entre la situación real y la establecida como deseable.

Las competencias se identifican, normalmente, con características de la persona relacionadas con una actuación de éxito en un puesto de trabajo y están constituidas por conocimientos, habilidades y actitudes que producen resultados tangibles, su medición nos informa del grado de dominio alcanzado.

Entendemos que un docente es competente cuando es capaz de resolver los problemas propios de su ámbito de actuación.

Las competencias tienen un carácter dinámico. Las personas desarrollan sus competencias a lo largo de su vida y pueden ser aprendidas bajo diferentes modalidades formativas y en diferentes contextos. Se vinculan así al principio del aprendizaje permanente, adquiriéndose y desarrollándose en la acción y perfeccionándose también gracias a la misma acción.

La formación permanente vinculada al desarrollo de competencias responde a una visión proactiva de los centros y del profesorado, que tratan de actuar de cara al futuro y no se rigen, exclusivamente, por demandas inmediatas. Incluye cuestiones técnicas y de habilidades pero también actitudinales, prepara a los docentes para saber actuar en situaciones específicas que casi siempre resultan complejas y poco predecibles. Se trata, en definitiva, de desarrollar criterios y no sólo habilidades concretas.

Competencias profesionales