prologo

Prólogo

Nadie duda de que sea imprescindible que la educación se adapte a los cambios sociales y culturales y a los nuevos requerimientos científicos, tecnológicos y laborales.

Indudablemente, la clave de la capacidad de los sistemas educativos para realizar dichas adaptaciones está fundamentalmente en el profesorado. El protagonista de la adaptación, el artífice de los cambios es el profesorado, y por ello, es necesaria su continua actualización en los campos científico, didáctico, tecnológico y cultural.

La tarea no es fácil porque las necesidades de los seres humanos se hacen cada día más complejas y variadas, tenemos que formar alumnos para ejercer nuevas profesiones que dan respuesta a necesidades emergentes, y las profesiones más antiguas, como la profesión docente, tienen que adaptarse constantemente a nuevas situaciones. La sociedad espera cada día más respuestas de la educación y los profesores reciben una presión creciente.

Por tanto, razones de tipo social, de principios educativos y razones normativas sitúan la formación del profesorado en un lugar importante de la planificación educativa, confiriéndole un valor estratégico en dicha planificación.

Pero al mismo tiempo la formación debe evolucionar permanentemente. Si los alumnos son distintos, si la sociedad tiene sobre la educación expectativas distintas a las que tenían hace años, la formación del profesorado tendrá que evolucionar en el mismo sentido. Y la evolución no puede ir por detrás de la circunstancias y de los cambios, la formación del profesorado tiene que adelantarse a los cambios, preverlos.

¿En qué direcciones camina la sociedad?

¿En qué están cambiando las relaciones sociales?

¿Cuáles son los intereses, motivaciones y valores de nuestros alumnos?

¿Cuáles son los perfiles profesionales necesarios actualmente?

Estas y otras cuestiones tienen que ser una pregunta constante para todos los que gestionamos la formación del profesorado. Son las preguntas que permiten planificar y hacerlo acertadamente.

Al mismo tiempo organizar la formación del profesorado es también preguntarse por el presente:

¿Qué resultados obtienen los alumnos?

¿A qué problemas se enfrenta actualmente el profesorado?

¿Se están produciendo en los procesos educativos las innovaciones necesarias?

Tarea compleja la de formar a profesores, hacerlo bien y en la dirección acertada, pero no obstante su complejidad y amplitud podemos determinar algunas prioridades que hoy ya lo son, y todo apunta a que en el futuro serán mayores:

  • Los profesores tienen que saber atender a grupos de alumnos cada vez más interculturales, aprovechar el enriquecimiento de la diversidad y canalizar las dificultades que puedan surgir.
  • Educar alumnos para la sociedad de la información y el conocimiento exige del profesor nuevos roles y nuevas capacidades. Las tecnologías de la información y la comunicación se han convertido en el lápiz, la pizarra, el diccionario, la enciclopedia, e incluso la biblioteca del siglo XXI. El profesorado tendrá que saber utilizar las tecnologías, liderar su utilización por sus alumnos y asumir que el conocimiento ya no reside únicamente en el profesor, y que sus alumnos pueden, en un momento concreto, disponer sobre un tema de más información que el propio profesor.
  • Los valores sociales y los estilos de relación evolucionan y no siempre de la forma más deseable. Asistimos a la dificultad que tienen hoy los profesores para dirigir y coordinar sus grupos de alumnos.
  • El trabajo cooperativo y en equipo se ha revelado como el más eficaz en el seno de las organizaciones.
  • El avance científico y tecnológico, que con tanta rapidez genera nuestra sociedad, será también otra referencia para la formación del profesorado.

Por todo ello se hacía necesario disponer de un instrumento que oriente la formación del profesorado en las direcciones acertadas.

En esta publicación recogemos las competencias profesionales del profesorado tras un trabajo de análisis y síntesis que se ha caracterizado por la amplitud y variedad de las aportaciones, y por el rigor con que se ha realizado.

Disponer de las competencias profesionales necesarias para el desempeño de los distintos puestos docentes es imprescindible para planificar la formación del profesorado, y lo es, tanto para la Consejería, como para el propio profesorado. Para la Consejería será la referencia hacia la cual dirigir todos los esfuerzos en la búsqueda de que el proceso de formación del profesorado sea riguroso y eficaz. Para el profesorado es necesario ya que le va a permitir de forma personal o colectiva, pero en cualquier caso reflexiva, comprobar en qué situación se encuentra su desarrollo profesional y en qué dirección debe continuar.

La finalidad de la Red de Formación del Profesorado es ayudar al profesorado a la consecución de estas competencias profesionales, pero de una forma reflexiva y personal, en la cual cada docente o equipo de profesores pueda orientar y controlar su propio desarrollo profesional y formativo. Y siempre sin perder la perspectiva de que el alumnado es la finalidad última del servicio educativo y de todos los que trabajamos en él. Somos y estamos para trabajar por la mejora los procesos educativos y los resultados del alumnado, contribuir a las mejoras personales y sociales a través de la educación. Esta es la meta que tenemos siempre presente.

Fernando Armario Sánchez

Director General de Promoción Educativa e Innovación

Competencias profesionales