Actividad 11

Lee las siguientes narraciones pertenecientes también a la colección de cuentos Sendebar o Libro de los engaños:

Texto 1: LEWELLYN Y SU PERRO

«Ejemplo del quinto privado y del perro y de la culebra y del niño»

Y vino el quinto privado ante el rey, y dijo:

-Alabado sea Dios. Tú eres sabio y discreto, y sabes que nada debe hacerse apresuradamente antes de averiguar la verdad y, si se hace así, será una locura, y cuando lo quisieres enmendar, ya no se podrá, y sucederá así como pasó una vez al dueño de un perro.

  Y dijo el rey: -¿Cómo fue eso?

  Y él dijo: -Señor, oí decir que había un hombre que era criado de un rey; y aquel hombre tenía un perro de caza muy bueno y muy amaestrado, y nunca le mandaba hacer nada que no lo hiciera; y sucedió un día que su mujer se fue a ver a unos parientes, y se fueron con ella todos sus criados.

Y le dijo al marido: -Quédate con tu hijo que está durmiendo que yo no me detendré allá, pues estaré aquí enseguida.

El hombre se sentó junto a su hijo; estando allí, llegó un hombre de la casa del rey, el cual le mandaba llamar de prisa; y el buen hombre le dijo al perro: -Guarda bien a este niño, y no te alejes de él hasta que yo vuelva.

Y el hombre cerró su puerta y se fue con el rey; y estando el perro junto al niño, vino a él una culebra muy grande y lo quiso matar por el olor de la lecha materna; y cuando el perro la vio, saltó sobre ella y la despedazó por completo; y el hombre volvió pronto por amor a su hijo que había dejado solo y, cuando abrió la puerta, salió a su encuentro el perro para presumir ante su señor por lo que había hecho, y traía el morro y el pecho sangrientos; y cuando lo vio así, se creyó que había matado a su hijo, y echó mano a su espada, y le dio un gran golpe al perro y lo mató; y se acercó a la cama, y halló a su hijo durmiendo y la culebra despedazada a sus pies; y cuando vio esto, se golpeó el rostro arañándoselo y no pudo hacer otra cosa; y se tuvo por desgraciado por haberse equivocado»

LACARRA, Mª. Jesús, ed.: Cuentos de la Edad Media (Sendebar o Libro de los engaños). Editorial Castalia, «Odres nuevos», Madrid, 1989, 109-111.

Texto 2

«Ejemplo del hombre y de la mujer y del papagayo y de su moza»

Señor, oí decir que un hombre que era celoso de su mujer, y compró un papagayo y metiólo en una jaula y púsolo en su casa y mandóle que le dijese todo cuanto viese hacer a su mujer y que no le encubriese nada de aquello; y después se fue por su camino a llevar a cabo un mandado, y entró su amigo de ella en su casa donde estaba. El papagayo vio cuanto ellos hicieron, y cuando el hombre vino de su mandado, entróse en casa de manera que no le viese la mujer y mandó traer el papagayo y preguntóle todo lo que viera hacer a la mujer con su amigo; y el hombre se llenó de saña contra su mujer y no entró más donde ella estaba; y la mujer creyó verdaderamente que la moza de servicio la descubriera y llamóla entonces y dijo:

-Tú dijiste a mi marido todo cuanto yo hice.

Y la moza juró que no lo dijera:

-Más sabed que lo dijo el papagayo.

Y cuando vino la noche, fue la mujer al papagayo y pusólo en el suelo y comenzóle a echar agua desde arriba como que era lluvia; y tomó un espejo en la mano y púsoselo sobre la jaula y en otra mano una luz y poníaselo encima; y creyó el papagayo que era un relámpago; y la mujer comenzó a mover una muela y el papagayo creyó que eran truenos; y ella estuvo toda la noche haciendo así hasta que amaneció.

Y después que fue la mañana, vino el marido y preguntó al papagayo:

-¿Viste anoche alguna cosa?

Y el papagayo dijo:

-No pude ver ninguna cosa con la gran lluvia y truenos y relámpagos que esta noche hizo.

Y el hombre dijo:

-Si en cuanto me has dicho es verdad, de mi mujer, como esto, no hay cosa más mentirosa que tú y te mandaré matar.

Y envió a su mujer y perdonóla e hicieron paz.

Y yo, señor, no te di este ejemplo sino porque sepas el engaño de las mujeres, que son muy fuertes en sus artes y son muchos, que no tiene cabo ni fin».

El libro de los engaños, ed. De J. E. Keller. Valencia, Castalia, 1959, 15-16.