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Fotografía Corel

LOS OSOS POLARES OLFATEAN EL CAMBIO CLIMÁTICO

En las orillas de la Bahía Hudson, en el norte de Canadá, un enorme oso polar -en este caso macho- se desperezó y bostezó, olfateó el aire circundante y volvió a girar sobre su espalda para proseguir con su sueño.
Fue a mediados de noviembre y hacía un frío insoportable. El viento del mar soplaba a través de nuestra ropa protectora y nuestros dedos empezaron a perder circulación. Irónicamente fuimos testigos del calentamiento global.

Las temperaturas de la parte occidental de la Bahía Hudson han crecido en forma constante -entre 0,3 y 0,4 grados centígrados por década- desde 1950.
Científicos del centro espacial Goddard de la agencia espacial estadounidense (NASA), que controlan la capa de hielo marino con datos satelitales, creen que la misma ha retrocedido un 8% por década.
Cada otoño los osos polares de esta parte de Canadá migran hacia el norte, en dirección al hielo que comienza a formarse en esta época y permanece sólido hasta la primavera del próximo año.
Al olfatear el aire, los osos pueden detectar el descenso en la temperatura y por lo tanto saber cuándo es el momento de iniciar la marcha.
El oso del principio, llamado Echo por los expertos, ya debería estar en las aguas congeladas del norte, detrás de focas.
No ha tenido una comida decente desde que el hielo desapareció en julio pasado. Está hambriento y pierde un kilogramo de tejido adiposo cada día.
Los habitantes de la zona aprecian este fenómeno desde hace unos 30 años, ahora se cree que es resultado directo del calentamiento global. Las aguas de la Bahía Hudson -y muchas otras- se congelan cada vez más tarde cada año.
Los residentes aseguraron que este año el congelamiento ya lleva un mes de retraso. Igualmente, en la primavera el hielo se quiebra antes.
El resultado: osos polares que disponen de menos tiempo sobre el hielo, que equivale a menos tiempo para cazar y alimentarse.
Los osos sólo pueden atrapar focas en el hielo, cuando las mismas salen a respirar a través de grietas o se refugian en bolsones de oxígeno justo debajo de la superficie.
Jane Waterman, bióloga de la Universidad de Florida Central, estudia el comportamiento de los osos machos desde hace varios años.
Ha notado tendencias preocupantes a medida que el congelamiento se retrasa cada año.
Los osos, en particular los jóvenes, se trenzan en luchas -en este caso son un juego- que les permite desarrollar sus habilidades.
Pero Waterman cree que el largo ayuno veraniego ha recortado la energía de los animales, que cada vez juegan menos y duermen más.
Se calcula que a esta altura del año los osos están literalmente muertos de hambre, sin energía y sobreviviendo de raíces y algas para mantener sus fluidos.
Protegidos en una especie de jaula sobre ruedas para evitar un encuentro con sus garras, podemos ver que los osos se muestran bastante saludables.
Pero en ocasiones varios machos hambrientos se acercan a nuestra instalación, se paran sobre sus patas y nos observan.
Un buen suministro de alimento en la primavera pasada todavía mantiene relativamente activos a estos osos. Sin embargo, existe preocupación por lo que pueda ocurrir si esto se agrava cada año.
Ya se han dado varios casos de osos que se atrevieron a explorar los suburbios de Churchill, la población más cercana.
El temor de tener que enfrentar osos hambrientos en sus casas crece en la ciudad a medida que los animales se acercan cada vez más.
El basurero local está cerrado desde hace un par de meses para evitar el ingreso de las bestias y se han establecido trampas en las playas cercanas.
Una vez atrapado el animal es tranquilizado y transportado por helicóptero hasta un sitio más alejado y seguro para todos.
Quizá todavía no haya evidencia 100% confiable de que lo que ocurre en la Bahía Hudson esté vinculado directamente al calentamiento global.
Pero algo está claro, son los osos lo que nos advertirán de cualquier cambio en el ciclo de los hielos.

21/11/2005 21:38:20