Las
aguas subterráneas provienen de aguas superficiales
que se han infiltrado en épocas de lluvia.
Debido a que el agua subterránea discurre
a velocidades muy lentas, estas aguas se
pueden aprovechar en épocas de sequía, gracias
a los pozos. Un pozo es una perforación
que alcanza la zona de saturación o acuífero,
por debajo del nivel freático. El agua debe
ser bombeada para que alcance la superficie
del terreno.
En los pozos
artesianos, el agua sale a presión, no
necesita ser bombeada. Esto es debido a que
el acuífero está atrapado entre dos
franjas de materiales impermeables y el
nivel freático se encuentra por encima de
la superficie del pozo artesiano.
Las aguas
subterráneas pueden dar lugar también a fuentes
o manantiales. Éstos se originan
cuando la superficie del terreno corta el
nivel freático, por ejemplo, en una ladera.
Hay fuentes que pueden originar grandes
ríos, como el caso del Ebro o el Ruidera.
En ocasiones
la sobreexplotación de los acuíferos
provoca la desecación de los humedales.
Este problema está ocurriendo en el Parque
Nacional de Las Tablas de Daimiel, el mayor
humedal de España.
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