Son los planetas interiores
(cuyas órbitas están por dentro del cinturón
de asteroides). Reciben este nombre debido
a que su estructura y composición son similares
a las de la Tierra. Son cuatro.
MERCURIO:
Es un planeta pequeño, de aspecto muy parecido
a la Luna, ya que al no poseer atmósfera
(por su baja gravedad y proximidad del Sol)
su superficie está salpicada de infinidad
de cráteres meteóricos y cuencas similares
a los mares de la Luna; Esta carencia de
atmósfera hace que las variaciones térmicas
entre el día y la noche mercuriana sean
enormes, es decir, entre 400 ºC durante
el día y -170 ºC durante la noche. Su constitución
interna es similar a la de la Tierra, aunque
el núcleo ocupa un radio mayor que el de
la Tierra, en comparación.
VENUS:
Es de tamaño parecido a la Tierra. Se caracteriza
por la presencia de una atmósfera muy densa,
lo que determina una presión en la superficie
90 veces superior a la terrestre, y una
temperatura muy alta, de unos 460 ºC, por el efecto
invernadero. La atmósfera está constituida en un 96%
por CO2, con N2,
vapor de agua y SO2,
sustancia ésta última responsable de la
formación de ácido sulfúrico, lo que hace
que ciertas zonas de la atmósfera sean muy
corrosivas
La superficie de Venus ha sido
apenas vista gracias a algunas sondas soviéticas
que fueron capaces de resistir las condiciones
atmosféricas y se posaron en ella, enviando
algunas fotografías que muestran un paisaje
pedregoso y árido. También su superficie
ha sido cartografiada utilizando ondas de
radar enviadas desde la Tierra y desde la
sonda Magallanes que orbitó el planeta, lo que ha
permitido descubrir la existencia de dos
grandes altiplanicies similares a lo que
serían los continentes terrestres si no
existieran los océanos, algunas cordilleras,
así como dos elevaciones que parecen ser
volcanes activos (Theia Mons y Rhea Mons).
Su estructura interna es de
tipo terrestre y llama la atención su movimiento
de rotación, que aparte de ser muy lento
(243 días) es retrógrado, es decir, al revés
que el de la Tierra.
TIERRA:
Inconfundible desde el espacio por el color
azul que le dan sus extensos océanos
de agua líquida, salpicado del blanco
de las masas nubosas; posee un único
satélite, la LUNA, planetoide rocoso
de unos 3470 km de diámetro que no
presenta atmósfera, por lo que su
superficie está tachonada de cráteres
meteóricos, algunos de gran tamaño.
Los sismógrafos dejados en su superficie
por los astronautas estadounidenses han
detectado infinidad de terremotos de intensidad
variable. El origen de la Luna parece estar
en el choque de un pequeño planeta
errático con la Tierra en los primeros
tiempos del Sistema Solar.
MARTE:
Es más pequeño que la Tierra pero presenta
muchas similitudes con nuestro planeta,
hasta tal punto que se especuló con la posibilidad
de que existiera algún tipo de vida en Marte.
Para despejar esta incógnita se diseñó el
proyecto Viking que permitió depositar dos
sondas automáticas en la superficie marciana
y que realizaron una serie de experimentos
cuyo objeto era descubrir la presencia de
microorganismos, aunque los resultados radiados
a la Tierra no fueron muy concluyentes.
Presenta una atmósfera más
tenue que la terrestre con un 95% de CO2
mezclado con cantidades menores de nitrógeno,
monóxido de carbono, oxígeno y vapor de
agua. La temperatura en la superficie de
la zona ecuatorial oscila entre +22 C y
-73 C, aunque en el invierno marciano las
temperaturas pueden bajar de -120 C. Existen
dos casquetes polares formados por CO2
helado y hielo que disminuyen en el verano
marciano y aumentan en el invierno. Los
vehículos exploradores de la
misión MER,
el Opportunity y el Spirit, han demostrado
la existencia de rocas formadas en presencia
de agua líquida, agua que se sospecha que
puede encontrarse en el subsuelo marciano,
donde podría protegerse alguna forma de vida
bacteriana similar a algunas bacterias
quimiosintéticas terrestres, como las
estudiadas en el Río Tinto de Huelva por el
Proyecto MARTE llevado a cabo por la
NASA y el Centro de Astrobiología.
ASTEROIDES:
Son fragmentos
rocosos de tamaño muy
variable, desde granos de
arena, hasta bloques de cientos de toneladas
de peso, que se encuentran orbitando entre
Marte y Júpiter, aunque algunos tienen
una órbita muy alargada y llegan
a cruzar las órbitas de Marte y la
Tierra, por un lado, y las de Júpiter
y Saturno por el otro. Se han registrado
unos 2500, aunque se supone que debe haber
centenares de miles de ellos; los más
grandes son Ceres (1000 km de diámetro),
Palas (610 km), Vesta (540 km), Higía
(450 km), Cibeles (310 km), etc. Se suponía
que eran los restos de un planeta de tipo
terrestre que estalló, pero en la
actualidad ha cobrado más fuerza
la idea de que son restos de la nube de
materia que formó el Sistema Solar.
Muchos son atraídos por la fuerza
gravitatoria de los planetas y chocan contra
su superficie, convirtiéndose en
METEORITOS.
Los
asteroides que siguen una trayectoria que
los lleva a chocar con la Tierra reciben
el nombre de meteoroides. Cuando un meteoroide
choca con nuestra atmósfera a gran
velocidad, la fricción hace que este
trozo de material espacial se incinere produciendo
un chorro de luz conocido como meteoro.
Si el meteoroide no se consume por completo,
lo que queda choca con la superfice de la
Tierra y se denomina meteorito. Se han recogido
miles de fragmentos de meteoritos por toda
la superficie terrestre, metálicos
y rocosos, y existen enormes cráteres,
muy antiguos, producidos por el choque de
gigantescos meteoroides. Se supone que fue
uno de estos impactos el que ocasionó
la desaparición de los dinosaurios
al final del Mesozoico.
II.
Planetas gaseosos
Son los planetas exteriores
(situados más allá del cinturón de asteroides).
Se llaman así por estar constituidos fundamentalmente
por gases, aunque puedan estar congelados.
También se les da el nombre de "planetas
jovianos", por ser Júpiter el más característico
de los cuatro. Plutón no es un planeta gaseoso,
aunque sí se considera un planeta exterior.
JÚPITER:
Es el planeta más grande de nuestro sistema,
hasta el punto de que con algunos millones
más de toneladas de masa habría entrado
en fusión convirtiéndose en una estrella.
Emite 2.5 veces más energía de la que recibe
del Sol.
Presenta un núcleo sólido
de silicatos rodeado de una capa envuelta
de hidrógeno, helio, metano y amoníaco que
constituyen una atmósfera muy densa y turbulenta.
En esta atmósfera se registran enormes ciclones,
como la famosa Mancha
Roja, descomunal borrasca donde
cabría la Tierra entera.
Cerca de su ecuador se observa
un sistema de anillos formados por fragmentos
rocosos, oscuros. Actualmente Júpiter posee
16 satélites, entre los que destacan los
llamados satélites
galileanos, descubiertos en el siglo
XVI por este pensador, y que han sido recientemente
estudiados por la sonda Galileo. Estos satélites
son: Ganímedes (5280 km de diámetro), el
mayor del Sistema Solar (más grande incluso
que Mercurio y Plutón), Calisto (4820 km),
que tiene la superficie más antigua de nuestro
Sistema, Europa que presumiblemente posee
agua líquida bajo una corteza de hielo (3130
km) o Io 3630 km). En éste último el Voyager
2 y la sonda Galileo han fotografiado erupciones,
que suponen hasta el momento las únicas
muestras de actividad volcánica constatada
fuera de la Tierra.
SATURNO:
Para muchos es el planeta más bello
de nuestro sistema, por su conjunto de anillos
múltiples de fragmentos de hielo,
que son los únicos visibles desde
la Tierra. Su estructura es similar a la
de Júpiter, aunque es algo más
pequeño, y también emite más
energía que la que recibe del Sol.
Su densidad es tan baja que flotaría
en el agua. Presenta unos 18 satélites,
de los que los mayores son Titán
(5150 km de diámetro), que presenta
una atmósfera muy densa y rica en
hidrocarburos, Rea (1530 km), Japetus (1460
km), Dione (1120 km), Tetis (1050 km), etc.
Algunos de estos satélites (los llamados
"satélites pastores") desempeñan
un papel muy importante en el mantenimiento
de los anillos, evitando con su atracción
gravitatoria que los fragmentos de los anillos
caigan sobre el planeta.
URANO:
Visible desde la Tierra sólo como un punto
de color azulado. Su estudio ha avanzado
en gran manera gracias a las sondas Voyager
que enviaron una considerable cantidad de
información en la década de los ochenta;
estas sondas descubrieron, entre otras cosas,
un sistema de anillos que no se conocía
anteriormente.
Está formado por un núcleo
rocoso alrededor del cual se dispone un
manto compuesto de metano y amoníaco helados
y por una atmósfera de hidrógeno, helio,
metano y amoníaco gaseosos. Su característica
más importante es que su eje está inclinado
más de 90º; con respecto al plano orbital,
por lo que los anillos se disponen de forma
vertical. Este hecho hace que cada hemisferio
de Urano sólo tenga dos estaciones de 42
años de duración, así como un día de 42
años y una noche también de 42 años.
Posee 15 satélites, de los
que los mayores son Titania (1600 km de
diámetro), Oberón (1600 km), Ariel (1300
km), Umbriel (1100 km) y Miranda (300 km),
uno de los objetos de aspecto más extraño
del Sistema Solar.
NEPTUNO:
Gracias a los Voyager disponemos hoy de
un conocimiento amplio sobre este planeta.
Es muy parecido a Urano, aunque su eje presenta
una inclinación similar al de otros planetas.
También presenta anillos, que son bastante
oscuros. Posee ocho satélites, entre ellos
algunos de los objetos más fríos del Sistema
Solar, como Tritón (3200 km de diámetro),
de movimiento retrógrado, y Nereida (300
km) que se supone que es un cometa capturado.
PLUTÓN:
Es el más desconocido de los planetas
del Sistema Solar, y se piensa que su origen
es exterior al mismo; sería un cometa
del cinturón de Kuiper que fue atraído
por la gravedad de nuestro Sistema. Se cree
que está formado por un núcleo
rocoso rodeado de hielo y metano helado.
En 1979 cruzó la órbita de
Neptuno y hasta 1999 Plutón fue el
octavo planeta del Sistema, siendo Neptuno
el más alejado del Sol. Posee un
satélite casi tan grande como él,
Caronte, de unos 3000 km de diámetro.
COMETAS:
Son fragmentos rocosos rodeados de una capa
de gases helados que se mueven en órbitas
muy elípticas, lo que les lleva a alejarse
enormemente del Sol. Serían los restos de
la nebulosa primigenia que sirvieron para
formar el Sistema Solar, al igual que los
asteroides. Cuando un cuerpo se le acerca
su temperatura aumenta, por lo que los gases
se descongelan, apareciendo la cola o cabellera
que puede tener centenares de miles de km.
de longitud.
Algunos son muy conocidos,
como el Halley,
que ha sido el más observado a lo largo
de la historia. Los más recientes, aparte
de éste, son el Kohoutek, el Ikeya-Seki,
el Hale-Bopp, uno de los más espectaculares
de los últimos años, o el West, que se fragmentó
antes de llegar al Sol y se estrelló contra
Júpiter.
El origen de la mayoría de
los cometas se encuentra en el llamado cinturón
de Kuiper, situado más allá de la órbita
de Plutón; no obstante existe un grupo de
cometas que poseen ciclos muy largos y su
origen se encuentra en la nube de Oort,
un lugar situado a más de un billón de kilómetros
del Sol, donde éste ya casi no llega.