\u00ABLa Mancha constituye una amplia regi\u00F3n de la Comunidad de Castilla-La Mancha. Ocupa, total o parcialmente, las provincias de Ciudad Real, Albacete, Cuenca y Toledo (...).
Perteneciente a la Meseta meridional, su relieve ofrece una fuerte horizontalidad. De hecho, en ning\u00FAn lugar presenta la Meseta una extensi\u00F3n tan llana como en La Mancha (el vocablo \u00E1rabe m\u00B4anxa significa "llanura elevada"). En amplias zonas s\u00F3lo se puede avistar alg\u00FAn cerro achatado o alguna que otra depresi\u00F3n poco profunda. El suelo est\u00E1 formado, en general, por materiales calc\u00E1reos.
La Mancha presenta un clima mediterr\u00E1neo muy extremado. Otra caracter\u00EDstica peculiar de La Mancha son las elevadas oscilaciones diarias de las temperaturas. Las precipitaciones, por otra parte, son escasas.
Los dos grandes r\u00EDos peninsulares que por ella discurren, el Guadiana y el J\u00FAcar, lo mismo que sus afluentes, tienen cauces poco profundos que no logran drenar el agua que se acumula en las depresiones y que, por ello, forman lagunas o grandes charcas, llamadas "tablas".
En cuanto a la vegetaci\u00F3n, son propias de esta regi\u00F3n las especies resistentes a los rigores del clima, como la encina, cuyas hojas peque\u00F1as y duras est\u00E1n reforzadas por una cut\u00EDcula que las protege de la evaporaci\u00F3n, o como el romero, que en verano permanece aletargado, aparentemente seco, hasta que las lluvias de oto\u00F1o le devuelven su frescor (...).
Pero, por la explotaci\u00F3n tradicional de los pastos y la extensi\u00F3n de los cultivos durante el siglo pasado, las antiguas formaciones vegetales han desaparecido en gran parte. (...) Los viejos bosques se han degradado y han dado paso a una vegetaci\u00F3n de matorral, como, por ejemplo, el coscojar o incluso a formaciones esteparias.
A finales de la Edad Media, en la \u00E9poca de las \u00F3rdenes Militares y de la Mesta, la econom\u00EDa se bas\u00F3 en la ganader\u00EDa lanar. Las grandes propiedades, que ocupaban una buena parte de la superficie de la regi\u00F3n, destinaron amplias \u00E1reas a pastos naturales. A partir del siglo XIX, con la desamortizaci\u00F3n y la construcci\u00F3n del ferrocarril, la agricultura se orient\u00F3 a la producci\u00F3n a gran escala de cereales, vino y aceite. Todav\u00EDa hoy podemos observar los huertos en las cercan\u00EDas de las poblaciones, campos de trigo algo m\u00E1s lejos y amplias extensiones de vi\u00F1edos y olivares formando un tercer anillo. M\u00E1s all\u00E1, algunas zonas de matorral o pastos en los que pacen reba\u00F1os que han abandonado ya hace a\u00F1os la trashumancia. La poblaci\u00F3n se concentra en grandes n\u00FAcleos que, a pesar de que superan con frecuencia los 10.000 habitantes, mantienen tradicionales funciones agr\u00EDcolas junto con otras m\u00E1s recientes relativas a industria y, especialmente, servicios.
Este poblamiento concentrado, las condiciones clim\u00E1ticas y la actividad econ\u00F3mica condicionaron la tradicional vivienda manchega. El material m\u00E1s frecuente es el enjabelgado con mamposter\u00EDa; en esquinas, dinteles y jambas se sol\u00EDa utilizar la piedra tallada formando sillares regulares. En general, las casas se constru\u00EDan de uno o dos pisos, con un corral descubierto en la parte posterior; muchas veces contaban tambi\u00E9n con un patio y su correspondiente pozo; bodega y establos tampoco sol\u00EDan faltar. Las fachadas son encaladas con z\u00F3calos y portadas pintadas de a\u00F1il o marr\u00F3n.\u00BB
BALLB\u00C9 LLONCH, Josepa: Tras los Pasos de Don Quijote, Ed. Octaedro.