| \u00ABDon Quijote\u00BB |
\u00ABEn esto parece ser, o que el fr\u00EDo de la ma\u00F1ana, que ya ven\u00EDa, o que Sancho hubiese cenado algunas cosas lenitivas, o que fuese cosa natural (que es lo que m\u00E1s se debe creer), a \u00E9l le vino en voluntad y deseo de hacer lo que otro no pudiera hacer por \u00E9l; mas era tanto el miedo que hab\u00EDa entrado en su coraz\u00F3n, que no osaba apartarse un negro de u\u00F1a de su amo. Pues pensar en no hacer lo que ten\u00EDa gana, tampoco era posible; y as\u00ED, lo que hizo, por bien de paz, fue soltar la mano derecha, que ten\u00EDa asida al arz\u00F3n trasero, con la cual, bonitamente y sin rumor alguno, se solt\u00F3 la lazada corrediza con que los calzones se sosten\u00EDan, sin ayuda de otra alguna, y, en quit\u00E1ndosela, dieron luego abajo, y se le quedaron como grillos. Tras esto, alz\u00F3 la camisa lo mejor que pudo, y ech\u00F3 al aire entrambas posaderas, que no eran muy peque\u00F1as. Hecho esto (que \u00E9l pens\u00F3 que era lo m\u00E1s que ten\u00EDa que hacer para salir de aquel terrible aprieto y angustia), le sobrevino otra mayor, que fue que le pareci\u00F3 que no pod\u00EDa mudarse sin hacer estr\u00E9pito y ruido, y comenz\u00F3 a apretar los dientes y a enconger los hombros, recogiendo en s\u00ED el aliento todo cuanto pod\u00EDa; pero, con todas estas diligencias, fue tan desdichado, que, al cabo al cabo, vino a hacer un poco de ruido, bien diferente de aquel que a \u00E9l le pon\u00EDa tanto miedo. Oy\u00F3lo don Quijote, y dijo: CERVANTES, Miguel de: Don Quijote de la Mancha, Vol. I, Cap. XX. |