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\u00AB\u00BFC\u00F3mo todas estas viejas ciudades han muerto? -os preguntar\u00E9is vosotros en este minuto de reflexi\u00F3n \u00EDntima. \u00BFC\u00F3mo estas mesetas centrales, que fueron antes el asiento de toda la grandeza y fortaleza de Espa\u00F1a, han llegado a la rutina presente?" Hubo un tiempo en que estas ciudades muertas fueron poderosas: fue en lo d\u00EDas del Renacimiento, antes que los Reyes Cat\u00F3licos explayasen su pol\u00EDtica infausta. Toda la vida nacional estaba aqu\u00ED encerrada: Toledo es c\u00E9lebre por sus sedas; Salamanca, por sus curtidos; Oca\u00F1a, por sus guantes y sus sombreros; Ajofr\u00EDn, por sus herrer\u00EDas; Consuegra, por sus almenas; Almagro, por sus encajes sutil\u00EDsimos... Se levantan palacios; se construyen iglesias; legiones de pintores, estofadores(1) y forjadores llenan de obras maestras los templos y los palacios; se celebran ferias populosas como las de Medina del Campo y las de Alcal\u00E1; rebosan de estudiantes las universidades; troteras(2) y danzadoras jud\u00EDas y moriscas -tan amadas del Arcipestre de Hita- llevan la sensualidad y el regocijo de pueblo en pueblo; recorren caminos caravanas de mercaderes -como los que asoman en el Quijote-; se alegran las ciudades hoy silenciosas, los ruidosos pelaires(3) con sus telares -como los que aparecen en El donado(4) hablador, de Jer\u00F3nimo de Alcal\u00E1(...)\u00BB AZOR\u00CDN, Jos\u00E9 Mart\u00EDnez Ruiz: Castilla. Ed. Espasa-Calpe.
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