| Lee Don Quijote |
\u00ABEn un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que viv\u00EDa un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, roc\u00EDn flaco y galgo corredor. Una olla de algo m\u00E1s vaca que carnero, salpic\u00F3n las m\u00E1s noches, duelos y quebrantos los s\u00E1bados, lantejas los viernes, alg\u00FAn palomino de a\u00F1adidura los domingos, consum\u00EDan las tres partes de su hacienda. El resto della conclu\u00EDan sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de los mesmo, y los d\u00EDas de entresemana se honraba con su vellor\u00ED de lo m\u00E1s fino. Ten\u00EDa en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que as\u00ED ensillaba el roc\u00EDn como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta a\u00F1os; era de complexi\u00F3n recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que ten\u00EDa el sobrenombre de Quijada o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben; aunque por conjeturas veros\u00EDmiles se deja entender que se llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narraci\u00F3n d\u00E9l no se salga un punto de la verdad.\u00BB CERVANTES, Miguel del: Don Quijote de la Mancha. Ed. Planeta, pp. 31-34. |