Actividad 2

Lectura comprensiva.
  "Operación Triunfo" y "Gran Hermano": amor imposible

MetodologíaLee el siguiente artículo:

 

Telebasura fabricada y telebasura desvelada

«[...] La distinción entre telebasura fabricada (aquélla que es elaborada deliberadamente por los propios agentes de programas para atraer grandes audiencias) y telebasura desvelada (la que no es responsabilidad de la televisión, y ocultarla sería cerrar los ojos ante la realidad: la cámara en los basureros de Calcuta, por ejemplo) puede utilizarse para analizar la contraposición [...] entre los dos programas que han constituido las novedades absolutas de la televisión española de los dos últimos años por el impacto social que ellos han producido a través de audiencias inusitadas: Gran Hermano de Telecinco y Operación Triunfo de la televisión estatal.

Los políticos de todos los partidos, los críticos, periodistas, tertulianos, la Iglesia, consideraron, casi unánimemente, a Gran Hermano como prototipo de la telebasura y acaso, si utilizasen nuestra distinción, como prototipo de telebasura fabricada. En cambio, Operación Triunfo ha sido considerada por la mayor parte de los políticos y de la Iglesia como paradigma de la televisión limpia.

[...] Son dos programas contrapuestos, precisamente porque se mueven en un terreno común, a saber, el ofrecimiento del "experimento" de la convivencia de una docena de jóvenes estabulados en un recinto durante tres o cuatro meses, pero de una convivencia televisada ante audiencias millonarias y participativas. En ambos casos, la audiencia tuvo la "facultad democrática" de intervenir, mediante el voto en la selección de los concursantes, y el ejercicio de esta facultad fue decisivo para el éxito de ambos programas.

La contraposición se establece sobre este fondo común: más aún, Operación Triunfo estuvo de hecho concebida como una contrafigura de Gran Hermano. Si a los concursantes de Gran Hermano se les hacía convivir en una casa, a los concursantes de Operación Triunfo se les hacía convivir en una academia orientada a un objetivo preciso: enseñar o perfeccionar a los jóvenes en la música vocal. [...] En Gran Hermano los jóvenes no tenían que demostrar saber hacer algo sino simplemente convivir y exhibir, de modo obsceno, su vida privada. A los concursantes de Operación Triunfo, en cambio, se les exigía progresar en un arte a la vez que se procuraba mantener fuera de la escena todo cuanto tuviera que ver con sus vidas privadas. [...] Los políticos de la democracia vieron con recelo Gran Hermano (un recelo que, dicen algunos, podría explicarse porque los políticos se veían reflejados en ese programa: sin saber hacer nada especial obtienen millones de votos).

Sin embargo no es nada evidente este diagnóstico. Por de pronto, Gran Hermano tuvo más de televisión obscena y desvelada que de televisión fabricada, precisamente porque ofrecía episodios de la vida cotidiana (velando además, en principio, escenas de cloaca y de sexo) y que, por ello mismo, nadie puede calificar de basura. Además, la audiencia estaba capacitada en principio para juzgar democráticamente a los concursantes puesto que lo que tenía que apreciar en ellos eran valores (amistad, generosidad...) o contravalores (envidia, machismo...) propios de la vida cotidiana.

Pero en Operación Triunfo, la fabricación ha sido la norma desde el principio (si exceptuamos las "voces en bruto", diamantes sin pulir, de algunos concursantes). Y el mismo planteamiento inicial, el de "triunfo", roza de cerca a la basura ética, por la competitividad salvaje que significa, en tres meses, poder dar un salto a la fama (un "pelotazo") que los músicos ordinarios, incluso si se llaman Mozart, no pueden hacer más que tras varios años de duro trabajo.

[...] En todo caso, en Operación Triunfo, hubo obscenidades continuadas. ¿En qué academia de verdad podría tolerarse que los estudiantes, adulados continuamente por sus profesores, cada vez que logran hacer un arpegio, se precipiten unos sobre otros sin el menor control emocional, fuera de todo decoro, en escenas de masajes mutuos, saltos, risas, besos y llantos? [...] Los efectos catastróficos que este concurso pueda tener en los jóvenes, en general, pueden ser muy profundos. ¿Con qué argumentos puede sacarse a un adolescente del "área del botellón", ofreciéndole como contrapartida una larguísima carrera de obstáculos cuando se le pone ante los ojos la aparente posibilidad de que, con un esfuerzo casi deportivo, en tres meses puede obtener la fama, mejor aún que el dinero?

Por último, la participación democrática de la audiencia de la academia en la selección puede presentarse como ejemplo insigne de juego sucio, de basura democrática, por la incompetencia del jurado, en materia estética, y por los pucherazos continuados, que utilizando fondos municipales o propios, hicieron campaña por sus paisanos: las familias y amigos han invertido decenas de millones en llamadas en un mismo teléfono móvil que se computaban como votos de apoyo. En todo caso bastaría confrontar el comportamiento que tuvieron los vecinos de Nerja, de San Vicente de la Barquera o de Almería, por ejemplo, declarando como el mejor a sus paisanos para concluir que estos vecinos no utilizaban criterios estéticos objetivos para votar, sino criterios partidistas.

No son las "Operaciones Triunfo" las que pueden estimular a los jóvenes a emprender carreras capaces de concluir en una vida auténtica, que no tiene por qué confundirse con la vida del "famoso" o del que goza de popularidad. Mucho mejor es utilizar, como guía, la respuesta que Euclides dio al rey Ptolomeo cuando éste le pidió que le instruyese de modo rápido y ameno, en los principios de la Geometría. Euclides respondió al rey: "No hay caminos reales para aprender Geometría".»

BUENO, Gustavo: Telebasura fabricada y telebasura desvelada, ABC Cultural.