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El teatro nace unido al baile en las primitivas ceremonias
rituales celebradas desde el principio de la humanidad.
En
Grecia, en el coro, además de recitar, se bailaba.
También hay danza en el teatro romano. Los ludios
o actores llegados de Etruria danzaban al son de una flauta.
El
teatro oriental ha mantenido siempre la danza como uno
más de sus códigos expresivos.
En
cambio, en Occidente, el teatro fue concediendo cada vez
más importancia a la palabra en detrimento de cualquier
otro medio de expresión.
Durante
siglos, el baile sólo participó en el teatro
como escenas intercaladas en el espectáculo, que
el público sentía como escenas de descanso
o de relleno, más o menos artificialmente unidas
a la obra. Así sucedía en la commedia
del'l'arte o en la comedia-ballet francesa
del siglo XVI.
La
tendencia a separar la danza del teatro se acentúa
en los siglos XVIII y XIX con el teatro naturalista y
realista. |
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RECUPERACIÓN
DE LA DANZA COMO ELEMENTO DRAMÁTICO |
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Desde finales del s. XIX, la
concepción visual y sensorial del espectáculo
(ARTAUD, teatro simbolista) así como la revalorización
de la capacidad expresiva del gesto y el movimiento
(MEYERHOLD, GORDON CRAIG) potencian una
recuperación
del baile como parte integral del espectáculo
teatral. |
A
partir del siglo XX, el baile es uno más de los
lenguajes escénicos.
Actualmente,
las fronteras entre el teatro y la danza se confunden.
Existe una concepción interdisciplinar del espectáculo
teatral (teatro-danza o danza-teatro según predomine
uno u otro en escena) e incluso multimedia (con utilización
de imágenes grabadas).
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UNA
FORMA DE INTERPRETACIÓN TEATRAL |
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Cuando se acepta que el movimiento es una acción
significativa en sí misma, el baile deja de ser
considerado un mero espectáculo visual y se entiende
como una de las formas de la interpretación.
Del
mismo modo que ha cambiado la relación entre
el baile y el teatro, ha variado también la de
los elementos que intervienen en la danza: el cuerpo
del bailarín, la técnica, la música.
El
bailarín es un actor que utiliza su cuerpo como
instrumento de comunicación.
El actor completo debe conocer la técnica de
la danza para ejercitar e investigar en la capacidad
expresiva de su cuerpo y utilizarla en su interpretación.
Deja
de ser un fin para convertirse en un medio.
La técnica entrena el cuerpo y lo protege de
lesiones, pero sobre todo debe aportar posibilidades
para una comunicación más eficaz.
No se valora tanto el virtuosismo acrobático
como el desarrollo de la capacidad del bailarín
para expresar y sugerir.
No
es un simple acompañamiento.
Su relación con el movimiento corporal (de armonía,
de oposición, de juego y experimentación)
es también un recurso expresivo.
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Craig, G., Del arte del teatro
Múltiples ediciones
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Pavis, P., El análisis de los
espectáculos: teatro, mimo, danza,
cine Paidós. Barcelona, 2000.
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Alonso, Alicia, "Danza e interpretación
teatral"
ADE Teatro, Revista de la Asoc. de Directores
de Escena de España, nº 87 Sept.-
Oct. 2001.
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