Si un cuerpo está en reposo y, por causas internas, se separa en fragmentos, se seguirá cumpliendo la conservación del momento lineal porque sigue sin haber fuerzas externas que lo modifiquen.
Gracias a este principio de conservación, por ejemplo, si una persona situada sobre una pista de hielo lanza una bola de nieve en una dirección, no puede evitar desplazarse en sentido opuesto. Del mismo modo, si un fusil dispara un proyectil, el fusil sale despedido en sentido opuesto (a menos que lo sujetemos fuertemente y resistamos el impulso de retroceso).
Dentro del mundo atómico, el principio de conservación del momento lineal es también el responsable de que, si un núcleo atómico se desintegra emitiendo una partícula, el resto del núcleo debe moverse en sentido opuesto.
En la siguiente escena vemos las normas que rigen la separación de un cuerpo en dos fragmentos.
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