El impacto de meteorítico de Chicxulub, México, nuevos datos.
por Marcial de la Cruz
La reunión científica de Bioeventos Caravaca 2003, supuso más que una puesta al día de la información disponible
sobre estos sucesos catastróficos, pues permitió el conocimiento personal entre especialistas de diversas disciplinas
y ha sido el punto de partida para múltiples investigaciones conjuntas. Concretamente en lo referente al impacto
meteorítico de hace 65 mill. de años y su relación con la extinción finicretácica, científicos de todo el mundo han
colaborado en trabajos de investigación que han ampliado desde entonces la información existente.
Todavía no existe una solución definitiva para explicar la extinción masiva que marcó el final del Cretácico
y la desaparición de los dinosaurios y otros grupos biológicos, pero la hipótesis lanzada por Luis Álvarez y Luis
Walter Álvarez en la década de los 80 sobre un gran impacto de un objeto extraterrestre hace 65 millones de años,
hoy es aceptada con carácter general, ya que existen múltiples pruebas que lo corroboran.
El principio de esta investigación se basa en la existencia de una capa de arcilla de color oscuro en los sedimentos
que marcan la transición Cretácico-Terciario, entre otras características de este estrato destacaba un inusualmente
alto nivel de Iridio.
El Iridio es un elemento químico del grupo del Platino extremadamente raro en la corteza terrestre, aunque nuestro
planeta debe tener la misma proporción que los meteoritos, puesto que tienen un origen común en la formación del Sistema
Solar, la cantidad original de dicho elemento fue migrando hacia el núcleo de la Tierra por su peso y por la gran atracción
que el hierro ejerce sobre él. Por este motivo los sedimentos de la corteza tienen cantidades apenas detectables de Iridio,
que se deben al fino polvo espacial que la Tierra recibe de forma constante como si se tratara de un débil rocío.
La concentración normal de Iridio en la corteza es del orden de 0,1 partes por billón, y en esta capa la proporción
es 90 veces superior a la normal. La única explicación posible para esta cantidad anómala de Iridio, es un
aporte extraterrestre en forma de gran meteorito. A este estrato se le denominó “Límite KT” (Límite Cretácico
– Terciario, pero en alemán).
Las primeras localidades donde se localizó el Límite KT fue en Stevns Klint en Dinamarca, Gubbio en Italia
y Caravaca de la Cruz en España, después se han añadido muchas otras repartidas por todo el globo, confirmando
un suceso de carácter planetario.
Otras características del contenido en las arcillas del estrato, son la gran acumulación de esférulas de vidrio,
que se producen cuando se solidifica rápidamente roca vaporizada y un tipo especial de cristales de cuarzo llamado
cuarzo de impacto que solo se encuentra en las proximidades de los cráteres producidos por la caída de objetos del
espacio, por último también aparecía abundancia de hollín que debió producirse por el gran incendio que siguió a la
caída del meteorito.
El paso siguiente, fue localizar el lugar del impacto. Puesto que no se conocía en la superficie continental
ningún cráter que se adaptara a las características de este, se partió de la posibilidad que se hubiera producido
en el océano, por lo que estratígrafos de todo el mundo se pusieron manos a la obra en la búsqueda de las huellas
que dejaría el tsunami posterior al impacto, en forma de tsunamitas, que son unos depósitos caracterizados por una
sedimentación caótica. Estos se encontraron en Texas (Estados Unidos), Méjico y diversas localidades del caribe.
En 1991, Alan Hildebrand y otros, centrándose en esta zona, descubrieron el cráter de dicho impacto en Chicxulub,
en la península de Yucatán (Méjico). Se trata de un cráter de 170 Km. de diámetro que coincide con las características
que presentaría el impacto de un objeto de 10 km de diámetro que era el tamaño esperado en base a los materiales
depositados. Dicho cráter se encuentra bajo más de un kilómetro de sedimentos carbonatados que han desfigurado su
aspecto topográfico y que han hecho difícil su localización, pero estudios en profundidad descubren el contorno del
cráter, que de hecho ya era conocido por los geólogos de la industria del petróleo que han estudiado el golfo de Mexico.
Actualmente al Límite K-T (Cretácico-Terciario) se le ha cambiado la denominación por el de K-P (Cretácico-Paleoceno),
más adecuado pues compara unidades homogéneas de tiempo.
Desde Bioeventos 2003 y posiblemente motivado por él, se han realizado multitud de nuevos estudios sobre el impacto de
Chicxulub. Se han hecho prospecciones en profundidad de los sedimentos del fondo del océano que conjuntamente con los datos
existentes han datado con precisión el momento del impacto en 65,01 millones de años con un margen de error de +/-80.000 años,
se han podido distinguir de los materiales eyectados los correspondientes a la corteza continental sumergida de los de la
composición del meteorito, se han contrastado las implicaciones del suceso comparando el contenido de los estratos inmediatamente
superior e inferior al límite, etc.
Uno de los estudios más interesantes de los realizados sea quizás el realizado por Enrique Díaz-Martínez y otros (1),
Enrique asistente a Bioeventos, ha tenido la gentileza de enviarnos una copia de la publicación de su artículo, sensible
con nuestro interés por el tema. En él y basándose en el estudio de multitud de muestras del Límite tomadas por todo el
mundo, analizando la proporción, distribución y tamaño del cuarzo de impacto incluido en ellas en proporción a la
paleodistancia al cráter (distancia a la posición del cráter en el momento del impacto hace 65 mill. de años) han
llegado a las siguientes conclusiones:
• Se trata de un único impacto y no de uno múltiple. La distribución simétrica de los gráficos de distribución del
cuarzo de impacto en función de su tamaño y la paleodistacia, descartan que se produjera más de un impacto.
• Que el impacto se produjo desde el sureste. La comparación de los gráficos de la eyecta con ensayos de laboratorio
permiten definir la dirección horizontal del impacto.
• Que fue un impacto oblicuo en un ángulo mayor de 45º. La forma del cráter (eyecta proximal) casi circular, es
congruente con un ángulo de impacto mayor de 45º, y no con uno más oblicuo que hubiera dejado un cráter de forma elíptica.
Las estimaciones de efectos climáticos dependen en gran medida del conocimiento de la energía del impacto, la química de las
rocas sobre las que impactó, y de la oblicuidad del impacto. Un impacto más oblicuo habría sido mucho más catastrófico que uno
subvertical, porque la onda expansiva estaría más concentrada y próxima a la superficie, volatizaría las rocas sedimentarias, y
esto causaría la liberación de grandes volúmenes de carbono y gases ricos en sulfuro, climáticamente muy activos. El tamaño del
impacto y la química de las rocas impactadas son ahora razonablemente bien conocidas pero la oblicuidad real del impacto es aun
desconocida solo pudiéndose precisar que fue mayor de 45º.
Superados los desencuentros iniciales entre físicos que propugnan una extinción catastrofista y geólogos y paleontólogos
que abogaban por una extinción gradualista, actualmente se ha llegado a un relativo consenso y se puede atribuir la extinción
finicretácica a la interacción de 3 causas principales: un gran impacto meteorítico, grandes erupciones volcánicas producidas
en la India en la región de Deccan y una gran regresión marina (descenso del nivel del mar). Ninguna de ellas individualmente,
ni las tres en conjunto despejan todas las incógnitas de esta extinción masiva pero mientras no se disponga de más datos, estas
son las hipótesis de que disponemos.
(1) (1) Analyses of shocked quartz at the global K-P boundary indicate an origin from a single, high-angle, oblique
impact at Chicxulub. Joanna Morgan, Cristiano Lana, Anton Kearsly, Barry Coles, Claire Belcher, Sandro Montanari, Enrique Díaz-Martínez,
Antonio Barbosa, Virginio Neumann
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