La Sexta Extinción
Por Julio López
NUESTRA BIODIVERSIDAD
Hay catalogadas más de 2 millones de especies vivas pero se calcula que pueden existir entre 10 y 30 millones de
formas de vida diferentes en nuestro planeta, es la llamada diversificación ecológica o biodiversidad. Las distintas
especies se diferencian entre sí por la forma, el tamaño y estilo de vida, pero además por la composición del ADN,
donde se encuentra la información genética. Las mutaciones genéticas son responsables de cambios fisiológicos que
se transmiten de una generación a otra; por el proceso de selección natural los individuos portadores de caracteres
favorables para la supervivencia son escogidos sobre todos los demás y tienen más descendencia. Como consecuencia de
este hecho, resulta un desplazamiento progresivo del material genético de una población en un determinado sentido,
llegando a poder formar nuevas especies y aumentar la diversificación ecológica.
La naturaleza está creando continuamente especies que sustituyen a las menos preparadas o a las que tienen menor
capacidad de adaptación a los cambios continuos que sufre el hábitat. A este fenómeno de readaptación de la vida al
medio se le conoce como extinción de fondo. Pero hay otras extinciones más drásticas, donde desaparecen un gran
número de seres distintos en un espacio de tiempo limitado, acontecimientos donde la vida ha estado a punto de
desaparecer o de regresar a sus más primitivas formas, son las extinciones masivas.
En los últimos 600 m.a. han aparecido constantemente, como un ángel exterminador que nos visita con regularidad.
Muchas explicaciones se han dado, desde asteroides, la deriva continental, erupciones volcánicas, cambios climáticos,
envenenamientos masivos, hasta la propia selección natural, pero ninguna se ha demostrado válida por sí sola. Se han
contado hasta 20 crisis de distinta intensidad con períodos más o menos regulares, algunos científicos apuntan a
ciclos de 26,5 m.a. Pero cinco de ellas han sido especialmente graves, donde la biodiversidad ha sufrido una
destrucción colosal, dando oportunidad a la fracción superviviente de ocupar el vacío ecológico producido,
evolucionar y producir una nueva radiación evolutiva.
LA EVOLUCIÓN Y LAS EXTINCIONES MASIVAS
Hace 3000 m.a. las cianobacterias empezaron a utilizar la luz del sol para obtener energía liberando oxígeno
como producto de deshecho, proceso al que llamamos fotosíntesis. Este gas, venenoso y altamente corrosivo, es un
contaminante mortal para los organismos de vida anaeróbica, es decir, carente de oxígeno. Lentamente los desechos
fueron acumulándose, y cuando el agua y la atmósfera se oxigenaron los organismos aeróbicos reemplazaron a los
demás en la mayoría de los ecosistemas. Los mares cálidos y poco profundos se poblaron de uniones de algas y
bacterias llamadas estromatolitos, que se alimentaban de la luz solar y minerales. 600 m.a. atrás, una vez oxidado
todo el hierro de la superficie del globo, se alcanzó una cota máxima de oxígeno libre, que trajo consigo la
llamada explosión de vida del Cámbrico. Las células eucariotas se unieron formando seres pluricelulares complejos
que obtenían energía mediante la respiración y aparecieron los primeros depredadores especializados, que cazaron
a los indefensos estromatolitos hasta barrerlos de casi todos los mares. De repente en solo 15 o 20 m.a.
aparecieron organismos de todos los philum conocidos hoy en día, además de otros tipos que en la lucha por la
supervivencia perecieron sin dejar descendencia, como muestran los fósiles inéditos y curiosos de Burges Shale
y Ediacara. Durante el Cámbrico prosperó la vida y la selección natural hizo que los philum supervivientes
se diversificaran extraordinariamente en la multitud de órdenes y familias.
La superficie terrestre se repartía en 2 grandes continentes, al sur Gondwana, que comprendía las tierras
actuales de África, Australia, Antártida, India y América del sur, y al norte Laurasia, compuesta por
Groenlandia, América del norte y Euroasia, separados por el mar de Tetis. Ortoceras de más de 10 metros y
grandes euripteridos o escorpiones de agua gracias a su agilidad, sin parangón en la época, y a sus potentes
mandíbulas, eran los dueños de los nuevos arrecifes de coral, donde crinoideos, bivalvos, braquiópodos y
graptolitos coexistían con los primeros peces sin dientes o agnatos. Pero al final del Ordovícico, hace
420 m.a. se produjo la 1ª extinción masiva, posiblemente debida a la deriva continental que desplazó Gondwana
hasta el polo sur, formando enormes glaciares responsables de una bajada de temperatura global que diezmó el
50% de la diversificación de la época.
Gondwana prosiguiendo su viaje sobrepasó el polo sur suavizando el clima, las condiciones de vida mejoraron
y la biodiversidad se recuperó. En el Silúrico evolucionaron los peces ostracodermos con armaduras de marfil
o dentina recubriendo su cuerpo, que rivalizaban por la supremacía del océano con sus descendientes, los
placodermos o peces con placas, fue el principio del ocaso de los trilobites, después de sobrevivir 200
m.a. de años. Se colonizaron los continentes, a las briofitas (musgos y hepáticas) se unieron las
pteridofitas (helechos y colas de caballo) y las pteridospermas (helechos con semilla), y tras ellos un
ejército de invertebrados como anélidos, moluscos y artrópodos. Más tarde el descenso del nivel de los
acuíferos provocó que un grupo de peces transformara sus aletas en extremidades para arrastrarse y que
desarrollara pulmones para la vida anfibia. De nuevo sobrevino la tragedia en forma de 2ª extinción masiva
al término del Devónico 367 m.a. atrás, que asoló el 70% de invertebrados y la mayoría de peces. Quizás el
motivo fue el impacto de un asteroide que nos dejó como huella una fina capa amarilla de material sulfuroso
encontrado en varios puntos del planeta.
En el Carbonífero los octeictos convirtieron las espinas de sus aletas en un esqueleto óseo y junto a los
condrictios o peces cartilaginosos, ocuparon la vacante de sus antecesores los ostracodermos. En tierra firme
los anfibios reinaron durante 150 m.a. y aparecieron los primeros reptiles. Hace 245 m.a. en el ocaso del Pérmico
se produjo la 3ª extinción de la historia del planeta, la mayor de todas, y esta vez se cebó con la vida
terrestre. Se exterminaron el 98% de crinoideos, el 80% de braquiópodos, el 75% de briozoos y cefalópodos y
casi la totalidad de anfibios. Todo apunta que fue la deriva continental que durante 60 m.a. fue formando un
macrocontinente llamado Pangea 2. La presión ejercida en el encontronazo de todos los continentes arrugó la
corteza terrestre plegándola y elevando numerosas cadenas montañosas de considerable altura, que frenaban el
viento y la lluvia, dos grandes reguladores del clima. El interior de Pangea era seco y gélido, con cambios de
temperatura extremos, a lo que se unió una gran actividad sísmica y volcánica, por la tensión de las placas
tectónicas. El resultado fue una transición de anfibios a reptiles con mejores medios de locomoción, escamas
protegiendo su piel y un nuevo invento, el huevo con cáscara dura, que ponía fin a la dependencia del medio
acuático para la reproducción. Las plantas gimnospermas, con semillas y polen, como las coníferas y los ginkos,
sustituyen a los bosques de helechos.
Pero la vida en el Triásico no era fácil, con grandes oscilaciones de temperatura entre el día y la noche y
con prolongadas sequías. Quizás el peso de Pangea provocaba su hundimiento, la roca sólida al entrar en contacto
con zonas interiores se fundía y buscaba salida en forma de grandes cadenas volcánicas, cuyas emanaciones
envenenaban el aire y la lluvia. Hace 210 m.a. el 50% de la fauna desapareció en la 4º extinción masiva.
Muchos grupos de reptiles desaparecieron como los terápsidos, antecesores de los mamíferos, en favor de otros
como los arcosaurios y cocodrilianos. Una nueva generación de peces, los teleósteos, se extendió por todos
los mares.
Pangea de dividió de nuevo en dos continentes separados por Tetis, más tarde se formaran los 5 continentes
actuales. En el Jurásico aparecieron las primeras aves y se diversificaron los mamíferos, pero el mundo
seguía gobernado por reptiles como los pterosaurios que eran los dueños del cielo, ictiosaurios,
plesiosaurios y mosasaurios en el mar, y dinosaurios en tierra firme. El nuevo reinado duró 160 m.a.
pero al final del Cretácico algo cambió, quizás un nuevo período de actividad volcánica hizo entrar
en declive a numerosos grupos de animales. Hace 65 m.a. sucedió la 5ª extinción masiva, la más conocida
de todas, en el mar desaparecieron belemnites y ammonites y los grandes reptiles, en tierra sucumbió
todo animal mayor de 25 Kg. Esta vez el culpable está más claro, un asteroide de 10 Km. de diámetro
impactó contra la Tierra a una velocidad de 36.000 Km. /hora provocando una explosión 10.000 veces
superior a todo el armamento nuclear existente en nuestros días. La onda expansiva inundó la atmósfera
de cenizas y polvo y los rayos solares no alcanzaron la superficie terrestre durante años; se produjo
un largo invierno oscuro y frió, con lluvias ácidas, incendios y huracanes. Las pruebas las encontramos
en el sedimento entre el Cretácico y el Terciario – límite KT– hallado en numerosos puntos del
planeta con una concentración extraordinaria de iridio, material escaso en el planeta, pero frecuente
en cometas y asteroides. En la península del Yucatán se ha localizado un cráter de 180 Km. de
diámetro y 65 m.a. de antigüedad.
LAS GLACIACIONES
En el Paleoceno y el Eoceno los espacios vacantes dejados por los reptiles fueron ocupados por sus
descendientes las aves y los mamíferos; las plantas con flores y frutos, las angiospermas, se extendieron
por los cinco continentes; los cetáceos y los seláceos sucedieron a los reptiles en el dominio de mares
y océanos.
El Oligoceno y el Mioceno han estado caracterizados por sendas crisis para la biodiversidad, con
cambios climáticos y grandes oscilaciones en el nivel del mar.
La transición del Plioceno al Pleistoceno hace 2 m.a. trajo consigo un nuevo período de glaciaciones,
ciclos periódicos donde a lo largo de 100.000 años las temperaturas bajan paulatinamente, hasta que el hielo
invade gran parte del hemisferio norte, para después en un tiempo mínimo a escala geológica, unos 10.000 años,
las temperaturas vuelven a subir y los glaciares retroceden hasta los polos. Se cree que los ciclos
astronómicos de la Tierra y los cambios de actividad solar intervienen en la periodicidad de las glaciaciones,
ya que afectan a la insolación que recibe la Tierra.
La vida se adapta lentamente al frío, pero en el cambio súbito de clima y hábitat los más débiles y los que
han conseguido un mayor nivel de especialización desaparecen, como los mamuts, osos de las cavernas y
rinocerontes lanudos que sucumbieron al término de la última glaciación llamada Würm; hay una crisis biológica
con cada cambio de glaciación a período interglaciar y viceversa.
El último período glaciar empezó hace 120.000 años y alcanzó su cota máxima hace 18.000 años, donde las
temperaturas bajaron 12º C de media y el nivel del mar descendió 20 m. Desde hace 10.000 años con el Holoceno
disfrutamos de un período interglaciar, con un clima suave, pero ya ha durado tanto como los anteriores, y en
un tiempo incierto nos adentraremos en una nueva glaciación.
LA SEXTA EXTINCIÓN: CADA DÍA DESAPARECEN 80 ESPECIES
En los últimos 12.000 años se han perdido el 50% de la biodiversidad global, pero un nuevo factor ha entrado
en escena, acelerando el proceso de forma brutal: la especie humana. El hombre, aparecido solo hace 100.000 años,
se ha convertido en la especie hegemónica de la Tierra, conquistando hasta el último rincón de planeta y
modificando el hábitat natural en su provecho gracias a un gran poder de adaptación y a su capacidad creativa
y tecnológica. Una población excesiva, que crecerá de 6.000 millones de habitantes en el año 1999 a 10.000
en el 2030, y la necesidad desmesurada de espacio y recursos para nuestra peculiar forma de vida chocan con
la capacidad de la Tierra para satisfacer nuestras demandas y el resto de la biodiversidad se resiente.
EL CAMBIO CLIMÁTICO
El hombre en su fiebre industrializadora está perturbando el ciclo del carbono. El CO2 o dióxido de carbono
es absorbido por el reino vegetal que lo transforma en oxígeno O, y materia orgánica. Cuando las plantas mueren
parte del carbono acumulado en ellas reacciona con el O de la atmósfera y se convierte de nuevo en CO2, mientras
otra porción pasa a formar parte de las bolsas subterráneas de combustibles fósiles. Por otro lado los océanos
absorben y fijan CO2, utilizado por multitud de organismos para incorporarlo a sus conchas de carbonato cálcico,
que al morir se sedimentan en el fondo y acaban por ser enterrados bajo los continentes, donde la temperatura y
la presión los transforman de nuevo en CO2. Los volcanes y movimientos geológicos se encargan de devolver a la
atmósfera el gas atrapado y ponerlo de nuevo a disposición de los vegetales.
Además, el CO2 participa en otro proceso vital para la vida, al evitar con su presencia que se escape una
parte del calor irradiado por la superficie terrestre hacia el espacio exterior, es el llamado efecto invernadero,
al que debemos que la Tierra no sea una roca fría e inhóspita. Un descenso en la concentración provoca una bajada
de temperaturas y un aumento desencadena un recalentamiento del planeta. Esto es precisamente lo que está
provocando el hombre al quemar combustibles fósiles, hace 200 años cuando comenzó la era industrial la
concentración de CO2 en la atmósfera era de 200 ppm (partes por millón), en la actualidad ha aumentado hasta
400 ppm y se podría duplicar antes del 2050, el nivel en los mares está aumentando al mismo ritmo.
También se ha aumentado el nivel de otros gases de efecto invernadero (GI), como el metano producto de la
ganadería extensiva y la descomposición anaeróbica en cultivos de arrozales, y el óxido nitroso fabricado por
las bacterias a partir de los fertilizantes nitrogenados utilizados en la agricultura. El hombre está produciendo
un cambio climático a nivel global y de no detener los GI la temperatura aumentará entre 0,2º y 0,5º C cada
década durante el próximo siglo. De seguir este camino en el año 2050 el ascenso de la temperatura media global
será de 5º C, condiciones que no se han dado desde el último período interglaciar Eemian, hace 125.000 años. En
nivel del mar subirá de 2 a 5 metros debido al deshielo de glaciares, retroceso de las zonas polares y a la
dilatación del agua del mar. Lo más peligroso es la vertiginosa velocidad a la que se van a producir estas
alteraciones en comparación con las lentas fluctuaciones climáticas que se dieron en el pasado. A lo largo de las
eras geológicas la Tierra vio como crecían hielos perpetuos y volvían a derretirse, como las selvas se volvían
desiertos para después volver a florecer de nuevo. Pero esas transiciones fueron muy pausadas, con ritmos que se
pueden medir por miles o millones de años. El problema actual no está en la magnitud del cambio sino en la
velocidad a la que se está produciendo.
LA DEGRADACIÓN DEL PLANETA
El hombre está produciendo que ecosistemas de todo el mundo se degraden por su actividad depredadora y
contaminante. La descomposición del escudo de ozono que nos protege de los rayos ultravioletas provoca la muerte
de numerosos vegetales, sobre todo del fitoplancton, responsable del 75 % de la actividad fotosintética y base
de la cadena trófica de los océanos. La deforestación de 100.000 Km² al año de bosques y selvas para ganar
terreno para la agricultura y la explotación de sus materias primas evitan la fijación del CO2 por parte de las
plantas, destruye el hábitat de muchas especies y aumenta la pérdida de tierras fértiles. Ya ha desaparecido el
60% de selvas tropicales y se han visto reducidas las superficies nevadas, lo que ha disminuido el albedo o
capacidad para reflejar los rayos solares de la superficie terrestre.
Pero hay otros muchas ejemplos de la degradación que el humano está produciendo en la biosfera, como la muerte
de los arrecifes de coral por el aumento de la temperatura del agua del mar; la lluvia ácida que aniquila extensas
zonas de arbolado por la acumulación de azufre y nitratos; eutrofización o anormal proliferación de algas que se
alimentan de los fosfatos vertidos por el hombre y deja sin oxígeno a los demás habitantes de ríos y lagos, smog
o neblina tóxica que asfixia las zonas cercanas a ciudades, acumulación de millones de toneladas de basuras;
introducción de venenos en la biomasa por el uso de plaguicidas; sobreexplotación pesquera y contaminación de
mares; caza furtiva de animales amenazados; la globalización de ciertas especies que sustituyen a las endémicas
o autóctonas de cada región.
LA SEXTA EXTINCIÓN
El cambio climático altera los ecosistemas, la congelación tardía en invierno y el deshielo temprano en
primavera funden los glaciares y el permafrost, aumenta la superficie de los desiertos, hay inundaciones en
unas zonas y sequías en otras por el cambio del ciclo hídrico, inviernos cortos se alternan con veranos más
largos y calurosos.
La naturaleza intenta adaptarse, las plantas adelantan la floración en primavera y pierden sus hojas después
en invierno, los bosques se desplazan hacia norte o suben de altitud en los ecosistemas, los animales modifican
sus fechas de apareamiento y migración y cambian sus hábitos de alimentación.
Pero los ciclos de animales y plantas interdependientes, por ejemplo ciertas plantas y los insectos que la
polinizan, o los depredadores y las especies de las que se alimentan se desfasan, causando una disminución en
sus poblaciones y una alteración en el equilibrio de la cadena trófica actual. No hay duda, hay un cambio activado
en los ritmos de la vida, pero puede ser tan rápido que muchas especies no tendrían tiempo a adaptarse y evitar
su extinción. La flora y fauna tienen que sobrevivir en un mundo superpoblado por humanos y degradado. Si una
especie muda de hábitat o migra, muy posiblemente se encuentre con una ciudad, un campo de cultivo intensivo o
un terreno deforestado.
Se desmantelan ecosistemas y se degradan otros, y la biodiversidad se resiente; se estima que se pierden 28.000
especies al año, de seguir así en los próximos mil años desaparecería la vida en el planeta. Puede parecernos mucho
tiempo pero a escala geológica no es nada, sería una extinción mucho más rápida que la del Pérmico o la del
Devónico. La 6º extinción masiva está en marcha y es distinta a todas las demás, otras han ocurrido en millones
de años y esta en cientos, las anteriores han sido por desastres naturales como volcanes y asteroides, y esta
será causada por la depredación de una especie sobre todas las demás.
De no tomar medidas correctoras como frenar la emisión de CO2 sustituyendo la utilización de combustibles
fósiles por energías renovables, parar la explosión demográfica y cambiar nuestros hábitos de consumo, detener
la deforestación y establecer un programa de repoblación forestal masivo, y de adoptar una actitud de respeto
con el resto de inquilinos de nuestro planeta provocaremos una aniquilación de tal magnitud que quizás ni
nosotros mismos sobrevivamos.
Bibliografía
La gran Enciclopedia de los Fósiles - Ediciones Susaeta
El origen de la vida sobre la tierra – Especial National Geographic
El cambio climático – National Geographic
La Sexta extinción – New Atlantic
El enigma de las grandes extinciones – Muy Interesante Nº 113
El milagro de la Evolución – Muy Especial Nº 27
Salvar la Tierra – Muy Especial Nº 3
¿Qué está pasando con el clima? – Muy Interesante Nº 151
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