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Ilustración de fondo

 

Don Quijote de la Mancha. Vol II. Cap. 49

«"(...) Llegó la noche (...). Aderezáronse de ronda; salió con el mayordomo, secretario y maestresala, y el coronista que tenía cuidado de poner en memoria sus hechos, y alguaciles y escribanos: tantos, que podía formar un mediano escuadrón. Iba Sancho en medio, con su vara (...).

Y en esto llegó un corchete, que traía asido a un mozo, y dijo:

-Señor Gobernador, este mancebo venía hacia nosotros, y así como columbró la justicia, volvió las espaldas y comenzó a correr como un gamo, señal que debe de ser algún delincuente; yo partí tras él, y si no fuera porque tropezó y cayó, no le alcanzara jamás.

-¿Por qué huías, hombre? -preguntó Sancho.

A lo que el mozo respondió:

-Señor, por excusar de responder a las muchas preguntas que las justicias hacen.

-¿Qué oficio tienes?

-Tejedor.

-¿Y qué tejes? -Hierros de lanzas, con licencia buena de vuestra merced.

-¿Graciosico me sois? ¿De chocarrero os picáis? Está bien. ¿Y adónde íbades ahora?

-Señor, a tomar el aire.

-¿Y adónde se toma el aire en esta ínsula?

-Adonde sopla.

-¡Bueno: respondéis muy a propósito! Discreto sois, mancebo; pero haced cuenta que yo soy el aire, y que os soplo en popa y os encamino a la cárcel. Asilde, ¡hola!, y llevadle, que yo haré que duerma allí sin aire esta noche.

-¡Par Dios -dijo el mozo-, así me haga vuesa merced dormir en la cárcel como hacerme rey!

-Pues ¿por qué no te haré yo dormir en la cárcel? -respondió Sancho-. ¿No tengo yo poder para prenderte y soltarte cada y cuando que quisiere?

-Por más poder que vuestra merced tenga -dijo el mozo-, no será bastante para hacerme dormir en la cárcel.

-¿Cómo que no? -replicó Sancho-; llevadle luego, donde verá por sus ojos el desengaño, aunque más el alcaide quiera usar con él de su liberalidad, que yo le pondré pena de dos mil ducados si te deja salir un paso de la cárcel. 

-Todo eso es cosa de risa -respondió el mozo-. El caso es que no me harán dormir en la cárcel cuantos hoy viven.

-Dime, demonio -dijo Sancho-, ¿tienes algún ángel que te saque y que te quite los grillos que te pienso mandar echar? 

-Ahora, señor Gobernador -respondió el mozo con muy buen donaire-, estemos a razón y vengamos al punto. Prosuponga vuestra merced que me manda llevar a la cárcel, y que en ella me echan grillos y cadenas, y que me meten en un calabozo, y se le ponen al alcaide graves penas si me deja salir, y que él lo cumple como se le manda; con todo esto, si yo no quiero dormir, y estarme despierto toda la noche sin pegar pestaña, ¿será vuestra merced bastante con todo su poder para hacerme dormir si yo no quiero?

-No, por cierto -dijo el secretario-, y el hombre ha salido con su intención.

-De modo -dijo Sancho-, que no dejaréis de dormir por otra cosa que por vuestra voluntad, y no por contravenir a la mía.

-No, señor -dijo el mozo-, ni por pienso.

-Pues andad con Dios -dijo Sancho-; idos a dormir a vuestra casa, y Dios os dé buen sueño, que yo no quiero quitárosle; pero aconséjoos que de aquí adelante no os burléis con la justicia, porque toparéis con alguna que os dé con la burla en los cascos (...)."

(CERVANTES, Miguel de.: Don Quijote de la Mancha. Vol. II, Cap. 49.)

 

Última actualización: sábado, 08 de marzo de 2003