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I. El diccionario (en unidad 1: Ítaca)
Los
padres deben saber que, aunque en su casa dispongan de varios
diccionarios, quizá ninguno de ellos les sirva a sus hijos, de la misma
manera que nunca le recomendaríamos a un niño que empieza a leer que lo
hiciera con «La Celestina» de Fernando de Rojas, por ejemplo, ya que
cada uno tiene necesidades distintas y durante su crecimiento el joven
debe cambiar de diccionario a medida que se lo exijan las nuevas
necesidades de consulta.
Hoy en día casi todas las
editoriales disponen de diccionarios de la lengua destinados a los
estudiantes de los diferentes ciclos educativos y el diseño atractivo de
los mismos (letra grande, colores, ilustraciones...) incide en aumentar la
disposición favorable de los jóvenes para el manejo de dichas obras de
consulta.
Por otro lado, sería conveniente que
los padres resolvieran las dudas que les plantean sus hijos sobre el
significado de determinadas palabras, la forma de escribir tal vocablo, el
sinónimo o antónimo de un término concreto, etc. invitándoles a
consultar continuamente el diccionario e incluso acompañándoles durante
la búsqueda para que dicho acto no sea algo esporádico, sino que se
convierta en un hábito que redundará positivamente en la adecuada
formación académica de los jóvenes e insistiendo en que sólo mediante
la utilización oportuna y constante de la información obtenida conseguirá
que los términos localizados no se olviden y pasen a formar parte de su
vocabulario activo.
II. Unidad 2
Bloque I
Actividad 2
No es difícil encontrar una
narración cuyo tema interese a los jóvenes. En cambio, es posible que la
forma de la narración no les resulte deleitosa: ésta es la dificultad
que tal vez tengan que superar en adelante porque los libros fáciles de
leer generalmente incitan a seguir leyéndolos, mientras que los que
ofrecen alguna dificultad tendemos a desecharlos. Los padres deben
transmitir a sus hijos que si todas las actividades que presentan
dificultad inicial las dejáramos aparcadas no sabríamos, por ejemplo,
manejar un ordenador, actividad ésta cuyo aprendizaje se toma su tiempo y
cierto trabajo, aunque luego damos por muy bueno el habérselo dedicado. A
cambio de ese esfuerzo, tales lecturas proporcionarán algunos
conocimientos que irán madurando la capacidad de elegir bien lo que se
quiera leer.
Actividad 5
Esta actividad puede estimular la
reflexión conjunta de padres e hijos para evocar aquellos relatos que, de
modo oral, les pudieron contar sus mayores antes de dormir y que
constituyen un rincón entrañable de los recuerdos de infancia.
Es interesante también que los
padres compartan las lecturas de sus hijos, no sólo en lo referente al
acto puramente físico de leer el texto conjuntamente, sino también en lo
que concierne al intercambio de opiniones sobre los textos que cada uno
lee. Este estímulo hará de los jóvenes lectores maduros.
[^]
III. Fases del proceso descriptivo (en unidad 3:
Camelot)
Conviene
que los padres colaboren para que los hijos descubran la validez de lo
que están aprendiendo llevándoles, por ejemplo, a museos o exposiciones
y, puesto que en la presente unidad se aborda la técnica expresiva de la
descripción, la cual se podría definir como la capacidad de
"pintar" con palabras una realidad, tal y como el pintor emplea
sus pinturas para llevar a cabo la misma labor, podrían observar varios
cuadros y analizar su contenido en función de las fases que se siguen en
todo proceso descriptivo y que detallamos a continuación:
-
Observación. El autor tiene que observar
-mirar con atención- previamente lo que pretende describir. La
acción de observar incluye:
-
Utilizar los cinco sentidos, ya que con ellos
percibimos el mundo exterior.
-
Valorar el objeto dentro del contexto en que lo
hemos observado. Debemos preguntarnos por la función que
desempeña y su relación de espacio y situación con los demás
objetos circundantes.
-
Observar el espacio fijándonos primero en la
impresión general que produce y centrar la atención en el
momento, las condiciones ambientales de luz, sonido, etc.
-
Enumeración de los elementos y cualidades de
dichos elementos. A cada uno de los elementos reseñados en el
paso anterior se le adjudican los adjetivos que resulten más
característicos.
-
Selección. El autor considera los datos
recibidos y los valora, entresaca lo esencial y rechaza los detalles
superfluos. Debe hacer una selección, evitando ser prolijo, en
función de la impresión que pretende producir.
-
Ordenación. A la hora de redactar o
dibujar, necesitamos seguir un criterio de ordenación de los rasgos
observados de golpe y por los diversos sentidos:
-
Espacial:
-
De arriba abajo o viceversa.
-
De dentro afuera o viceversa.
-
De lo más próximo a lo más alejado o
viceversa.
-
De lo general a lo particular o viceversa.
-
De lo real a lo imaginario o viceversa.
-
Según el sentido con el que observemos.
-
Datos esenciales antes que los secundarios o
viceversa.
-
Expresión. Es el resultado de todos los
pasos anteriores, la descripción propiamente dicha realizada con una
expresión adecuada.
[^]
IV. Transversalidad (en unidad 4: La
Mancha)
La
escasez de agua y su debido aprovechamiento es un tema que también los
padres deben afrontar en su labor educativa dentro del hogar, insistiendo
en los pequeños detalles como el gasto excesivo que genera el cepillado
de los dientes, el consumo durante la ducha o el baño, el lavado del
coche, etc., inculcando a sus hijos el aprovechamiento adecuado de un
recurso escaso como es el agua.
[^]
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