Todos los seres vivos intentamos sobrevivir, mantener nuestra vida, protegiéndonos y alimentándonos. Las funciones de NUTRICIÓN y RELACIÓN están encaminadas, precisamente, a garantizar la supervivencia del individuo. Tú mismo sabes que si no nos alimentamos nos morimos, si nuestro corazón no funciona la sangre no circula, y si no hacemos la digestión también morimos. Esto es el MANTENIMIENTO DEL INDIVIDUO.

Existe además una tercera función que desempeñamos los seres vivos. Es la REPRODUCCIÓN. A diferencia de las anteriores, esta función no interesa al individuo de forma especial, ya que en algunas ocasiones incluso provoca la muerte del individuo que se reproduce. Así sucede con todas las plantas anuales, que sólo viven para reproducirse, dejar semillas y morir, o también con algunos machos de insectos y de arañas que son devorados por las hembras mientras realizan el acto sexual o después de hacerlo. En este caso se trata de una función que va más allá del individuo porque sirve para dejar descendientes a la siguiente generación, es decir, sirve para que la especie perdure en el tiempo. La reproducción es, por tanto, una función de la especie. Esto es el MANTENIMIENTO DE LA ESPECIE.

Al individuo le interesa sobrevivir, pero a la especie no le interesa la supervivencia de individuos concretos, sino que le interesa que haya individuos en la siguiente generación, los que sean y cuantos más mejor. Por esta razón no importa si se suprimen individuos de la generación anterior (por ejemplo los machos). Sin embargo, la especie sí que tratará por todos los medios de que sobrevivan las crías, por lo cual los individuos que se reproducen, intentarán que las crías lleguen en el mejor momento para su supervivencia.

Ésta garantía de supervivencia es lo que hace, precisamente, que la mayoría de nacimientos y eclosiones se produzcan en primavera, cuando las condiciones climáticas y de disponibilidad de alimentos son óptimos.