Las barreras externas se
encuentran delimitando nuestro organismo en
contacto con el exterior. Son barreras
físicas, químicas o biológicas. Se
caracterizan por ser inespecíficas e
innatas. Estas barreras son:
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Los epitelios,
externos, como la epidermis de la
piel, e internos, como los que tapizan el
tubo digestivo, que funcionan como un muro,
debido a lo unidas que se encuentran sus
células. La epidermis de la piel es un
tejido prácticamente impenetrable por los
microorganismos, gracias que es una gruesa
capa de
células queratinizadas, con
una continua descamación de células muertas,
lo que impide la fijación de
microorganismos.
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Las mucosas, que
envuelven estructuras que están abiertas al
exterior, como la boca, el ano o la vagina.
El mucus producido en estas zonas impide la
fijación de microorganismos a sus paredes.
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Determinadas sustancias
químicas que impiden el desarrollo de
microorganismos, como el cerumen de la oreja
o la lisocima de las lágrimas.
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La flora microbiana,
alojada en la boca, en el intestino o la
vagina, que impide el desarrollo de hongos o
bacterias ajenos a esta flora.
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