I 
        Lamentaban dos dulces rascacielos 
        la morena razón de su desgracia, 
        bajo el sol del invierno. Mi ciudad 
        escuchaba en su voz la ineficacia 
        de un amor que vencido por los celos 
        otorga duelo y quita libertad. 
        Tú, lector de esta Edad, 
        confundido en la masa, 
        que al regresar a casa 
        del trabajo, sin ninguna ilusión, 
        te detienes un punto en la estación 
        del Metro, o tú que vuelves con la prensa, 
        triste de corazón, 
        en un sucio autobús sin recompensa; 
        tú irascible lector, que por la prisa 
        y a causa de Rutina ya no sientes 
        querella ni motín, si has olvidado 
        lo sabio que fue ser adolescentes 
        con tentación de amor y de sonrisa, 
        escucha el lamentar desconsolado, 
        el trágico cuidado 
        de estos dos edificios, 
        que perdieron juicios 
        para ganar entrañas y fatiga 
        -a pesar de ser hierro, piedra, viga- 
        por una Ninfa ingrata. Los olvidos 
        de su dulce enemiga 
        te confían, lector, enternecidos. 
       
     
     
    
          
        
      
    
    GARCÍA MONTERO, Luis: Antología poética.
    Castalia Didáctica, 125-126. 
    
    
    
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