Roma se fundó en el centro oeste de la
fértil llanura del Lacio, en un
punto estratégico, junto al río Tíber y
rodeada de siete colinas que garantizaban su seguridad.
La ciudad estaba por lo tanto entre dos grandes
civilizaciones que le influyeron de forma decisiva, los
etruscos al norte y las colonias griegas de
la Magna Grecia al sur.