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Inicio > Profesorado > 3º E.S.O. > Mundos perfectos: Teoría > II Origen y evolución de la lengua españolaProfesorado

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Ilustración de fondo
 

Origen y evolución de la lengua española

I. Introducción

Este tema ya lo hemos tratado en la Unidad 3 de primero de ESO y en Unidad 3 segundo de la ESO. Ahora volvemos sobre él de una manera más amplia.

Debes saber que hablar del origen de la lengua española no es tarea fácil por no disponer de datos, sobre todo en la etapa prerromana. Incluso desconocemos cuál era la verdadera situación en la época romana, en la germánica y en la árabe. Pero es que ni siquiera sabemos el origen real del español; sólo tenemos la fecha aproximada de los primeros testimonios escritos de nuestra lengua: "las primeras muestras escritas -por lo demás paupérrimas - de los romances hispánicos, se sitúan en el siglo X, tanto las Glosas Emilianenses y las Silenses como la Nodicia de kesos de un convento de Rozuela en León", dice Alarcos Llorach.

Y el español oral, ¿cuándo empezó? Una lengua primero se habla y después se escribe. ¿Cuál era la situación de las hablas romances en cada región de la Península Ibérica antes del siglo X? Sabemos poco, debido a la falta de testimonios escritos, ya que la lengua utilizada en los documentos oficiales era el latín; sólo nos podemos imaginar las diferencias que se irían produciendo en Galicia, León, Asturias, Cantabria, Vascongadas, Aragón, Cataluña, Valencia, Andalucía y todos los territorios del Centro.

Lo único cierto es que ese "latín vasconizado, una lengua que fueron creando gentes eusquéricas vasconizadas", según Alarcos Llorach, en la zona de Cantabria y La Rioja, se convertiría en la lengua romance más fuerte. La cercanía con un territorio en la zona oriental del reino asturleonés, denominado Castilla en el siglo IX, y su desarrollo político en alza, hizo que este romance recibiera el nombre de castellano, columna vertebral de la lengua española que hoy ofrece su grandeza en todo el mundo.

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II. Lenguas primitivas

  1. Nociones previas

    1. Denominamos así a todas las lenguas anteriores al latín que los romanos imponen al ocupar la Península Íberica en el año 218 a. C. Dichas lenguas, en algunas zonas de la Península Ibérica, se seguían hablando aún después de finalizar la conquista en el año 19 a. C., en algunas zonas hasta bien entrada la Edad Media.

    2. La mayor parte proceden de la lengua indoeuropea, tronco común de la rama itálica (latín), griega, báltica (letón, lituano), eslava (ruso, búlgaro, polaco, eslovaco, checo, servo-croata), armenia, albanesa, germánica (alemán, inglés, holandés, danés, noruego, sueco, islandés), céltica (irlandés, galés, escocés, bretón), india (hindi, urdu), irania (kurdo, persa, afgano). Otras son preindoeuropeas como las lenguas caucásicas (checheno, georgiano, etrusco, vasco) o las del tronco camita (egipcio, bereber, cusita, etíope) y semita (fenicio, cartaginés, hebreo, árabe).

  2. Situación aproximada de las lenguas primitivas. Esta sería, más o menos, la distribución de dichas lenguas en la Península Ibérica:

    1. Al Norte, desde Cantabria a los Pirineos, se hablan lenguas preeuskéricas, de origen preindoeuropeo (tal vez caucásico), que se conservan frente al latín, aunque reciben un fuerte influjo de la civilización romana.

    2. Según Lapesa, la toponimia sería el mejor argumento para demostrar la extensión de estas lenguas. Así encontramos nombres vascos a lo largo del Pirineo, en lo que, posteriormente, serían dominios del aragonés y del catalán: de erri 'quemado', Belsierre (Huesca), Esterri (Lérida); de vasco aran 'valle', la tautología Valle de Arán (Lérida). Encontramos muchos topónimos en el Sur de Álava, Noroeste de la Rioja y Este de Burgos: Ochanduri (La Rioja), Ezquerra (Burgos). También se encuentran en Soria (Iruecha), León (Ardón), Valladolid y Zamora (río Valderaduey). 
      Alguna de estas palabras vascas son posteriores a la época a que nos referimos, son fruto de las repoblaciones realizadas desde el siglo IX al XI d. C. A su vez el euskera ha recibido muchas influencias, que siempre ha adaptado a su fonética : pake, del latín pax, paz. Durante muchos siglos ha sido lengua oral, sin escritura.

    3. Al Sur de Andalucía y Portugal se desarrolló hacia el 1100 a. C. la cultura de los tartesios, que disponía de alfabeto escrito, muy semejante al de los iberos; estuvo muy relacionada con los pueblos del Mediterráneo y Oriente: fenicios, griegos. Desapareció hacia el 500 a. C.

    4. En el Levante, desde Andalucía oriental hasta Valencia, Cataluña y más allá de los Pirineos, se asentaban los iberos, conglomerado de pueblos con una lengua y cultura semejantes; se extendieron también por el interior de Iberia, nombre con el que los griegos denominaron a la Península. Su bilingüismo está atestiguado por las incripciones de sus monedas en ibero y en latín (s. I a. C.). 
      Todo este grupo ibero estuvo sometido a las siguientes influencias lingüísticas:

      1. Los etruscos, de origen italiano. Su presencia se halla en una serie de topónimos de la zona ibérica que coinciden con otros en territorio italiano, lo que ha llevado a deducir su presencia aquí.

      2. Los fenicios fundaron diversas ciudades Gádir (Cádiz) en el siglo X a. C., Málaka (Málaga). Tenían un alfabeto, del que procede el nuestro y la mayor parte de los europeos, que representaba solamente las consonantes; los griegos le añadieron las vocales.

      3. Los cartagineses comienzan la colonización a mediados del siglo VII y en el 206 a. C. son expulsados por los romanos. Reafirmaron la cultura fenicia. Fundaron Cartago (Cartagena) y Ebysos (Ibiza) en el 654 a. C. Tal vez el nombre Hispania ("tierra de conejos") sea cartaginés.

      4. Los griegos, a partir del siglo VI a. C., dejaron numerosas muestras de su cultura y de su lengua; denominaron Iberia a nuestra Península. Fundaron Emporion (Ampurias), Lucentum (Alicante), Hemeroscopion (Denia).

    5. En el Centro y el Noroeste de la Península encontramos la presencia lingüística de:

      1. Los ligures, pueblo de la costa mediterránea francoitaliana. Su presencia ha quedado fijada en los nombres de ciudades españolas que coinciden con nombres italianos: Toledo, Langa (en Soria, Zaragoza, Cuenca y Ávila), Berganza (Álava) tienen su equivalente en Toleto, Langa y Berguenza en Italia. El sufijo -asco, -osco, -usco es ligur: Viascón (Pontevedra), Biosca (Lérida); y el sufijo -ona que encontramos en el sur de Francia y Norte de Italia: Barcelona, Tarazona. También Badajoz y los derivados de *carau 'piedra': Caravia (Asturias), Carabanchel (Madrid).

      2. Los celtas llegan desde el sur de Alemania en varias oleadas desde el siglo VIII hasta el siglo I a. C. Se instalan en Cataluña, Aragón, Galicia, el sur de Portugal y las regiones altas del Centro (cuenca del Duero) y de Sierra Morena. Su lengua es indoeuropea pero su cultura es inferior a la de los iberos. El espíritu guerrero de los celtas aparece en los nombres de ciudades formados por briga y dunum 'fortaleza' o sego, segi 'victoria': Conimbriga (Coimbra, Portugal), Mirobriga (Ciudad Rodrigo), Brigantium (Betanzos), Brigaetium (Benavente), Navardún (Zaragoza), Segovia, Segisamo (Sasamón, Burgos). El sufijo -acu es celta: Sayago (Salamanca). La palabra bedus 'zanja, arroyo' está en el origen de Bedunia (La Bañeza), Begoña (Vizcaya), Bedoya (Santander). De Clunia viene Coruña. Son también celtas: Alcobendas de Alcovindos 'corzo blanco', Coslada de coslo 'avellana', Arganda de arganto 'plata', en Madrid. Fiobre, Illobre, Tiobre, de la terminación celta -obre, en Galicia.

      3. Los celtíberos en el Centro y Bajo Aragón, donde se mezcla el habla de los dos pueblos.

    6. Conclusión.

      • En la Península Ibérica, antes de la llegada de los romanos, no se hablaba una sola lengua, sino varias; cada pueblo hablaba la suya. Durante un tiempo dichas lenguas convivieron con el latín en una situación de bilingüismo hasta desaparecer lentamente, absorbidas por aquél. Todas ellas han dejado huella en tantas palabras de hoy, cuya etimología no se aclara solamente con el latín.

      • Este fenómeno de absorción se produjo muy lentamente desde el siglo II a. C. hasta bien entrada la Edad Media y desde el Sur y Levante hasta el Norte y Noroeste. La evolución de las lenguas primitivas no podía ser la misma en una zona fuertemente romanizada como Andalucía y Levante que en el Norte y Noroeste, conquistados y romanizados más tarde.

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III. La lengua latina

  1. Los romanos en la península ibérica.

    1. En su lucha contra los cartagineses desembarcan en Ampurias (Gerona) en el año 218 a. C. Comienzan la conquista de la Península Ibérica por el Nordeste y Levante, llegando a Cádiz el 206 a. C, de donde expulsan a los últimos cartagineses. Continúan la ocupación de los territorios del Centro hasta el Norte y el Noroeste.

    2. La rapacidad y crueldad de algunos generales y gobernadores provocó la resistencia de los nativos: los iberos, en Lérida, Huesca y Zaragoza; los celtíberos, en Numancia (Soria); los lusitanos, al mando de Viriato; los cántabros y astures (Cantabria, Asturias y León) son los últimos en resistir hasta el año 19 a. C. También hubo revueltas en Levante y Andalucía. Las luchas políticas en el seno de la sociedad romana y las guerras civiles entre los generales repercuten en España.

  2. Romanización de Hispania

    1. Una vez terminada la conquista militar, toda Hispania va a recibir la organización administrativa y la cultura a través de la lengua latina. El proceso de romanización, igual que la ocupación, fue desigual; en la Bética y Levante se comenzó ya en el siglo II a. C. Fue un proceso lento a través del cual se iba imponiendo con cierta tolerancia todo aquello que entendemos como civilización romana: organización administrativa (provincias, municipios, ciudades), clases sociales (libres, semilibres y esclavos), educación, religión, arquitectura: espectáculos, monumentos, obras públicas (acueductos, calzadas, puentes). En esta obra, que transforma profundamente a la Península Ibérica, toman parte activa políticos, militares y escritores españoles.

    2. La religión cristiana, que adoptó el latín para la evangelización, fue otra de las causas que contribuyó a la romanización, al llevar esta lengua a los rincones más apartados de la Península. Los cristianos fueron tolerados mal y, a veces, perseguidos por los romanos hasta el año 313.

  3. La lengua latina

    1. Latín clásico y latín vulgar

      1. Es una vieja lengua del grupo itálico (s. VII a. C.) que procede del indoeuropeo, al que simplifica. Lengua de gran precisión, no tiene, al comienzo, una gran musicalidad, pero el contacto profundo con la cultura griega le dio la fluidez suficiente para que surgieran grandes escritores (Virgilio, Horacio, Ovidio), alguno de ellos español (Séneca, Marcial).

      2. El latín ofrecía las variedades comunes a todas las lenguas del mundo: diatópicas o espaciales, diacrónicas o temporales y diastráticas o socioculturales. Su estudio sólo se puede hacer a partir de los textos escritos en latín clásico o literario, enseñado a las clases altas en las escuelas.

      3. Pero la inmensa mayoría de los ciudadanos del Imperio, que no iba a las escuelas, hablaba el denominado latín vulgar del que apenas se conservan textos escritos posteriores al siglo I d. C.. Sólo podemos imaginarnos la riqueza de este latín vulgar en su evolución histórica desde que se desgajó del indoeuropeo en el siglo VII a. C. hasta desembocar en las lenguas romances hacia el siglo X d. C. Y la no menor riqueza de sus dialectos extendidos por todo el Imperio, así como sus variedades socioculturales, desde el habla familiar hasta las jergas de los grupos marginales.

    2. Textos en latín vulgar

      1. Los principales textos que conservamos del latín vulgar son los siguientes:

        • Obras literarias de Plauto, Ennio, Terencio y Petronio en los que aparecen personajes caracterizados por su lengua vulgar.

        • Textos cristianos dirigidos a personas de poca cultura.

        • Textos técnicos sobre cocina, agricultura y medicina.

        • Textos posteriores al siglo III d. C. cuando el latín clásico decae y el nivel de las personas cultas ha descendido.

        • Epitafios no oficiales, grafitos, conjuros mágicos.

        • Escritos de gramáticos censurando el uso vulgar de algunas palabras del latín clásico: "se debe decir auris 'oreja' (culto) y no oricla (vulgar)".

        • Explicación de etimologías de palabras.

        • Glosas para aclarar palabras cultas con otras vulgares.

      2. Este latín vulgar, no el clásico, sirvió para dar unidad a todo el extenso territorio del Imperio Romano, pero con el paso del tiempo se fragmentó en dialectos, las llamadas lenguas románicas o romances: aragonés, leonés, castellano, gallego, portugués, catalán, provenzal, francés, italiano, sardo, romanche, rumano y dálmata.

      3. Dichas modalidades son las principales, aunque no las únicas. Refiriéndonos a Hispania, no es lógico pensar que el latín se hablara igual en Emporion (Gerona), Saguntum (Valencia), Itálica (Sevilla), Emérita Augusta (Mérida, Cáceres), Astúrica (Astorga, León), Lucus (Lugo), Titulcia (Madrid), Clunia (Burgos), Segóbriga (Cuenca), Pompaelo (Pamplona), Osca (Huesca).

  4. El latín en Hispania

    1. La implantación de la lengua latina en España sigue el mismo curso que la conquista, desde Ampurias (218 a. C.), Levante, Sur, Centro, Galicia, hasta el final en la Cordillera Cantábrica (19 a C.). Todo un conjunto de soldados, administradores, comerciantes y colonos romanos, que se fue extendiendo como una mancha de aceite desde las costas del Mediterráneo hacia el Norte, invadió poco a poco Hispania hablando latín vulgar.

    2. La lengua no fue impuesta, sino aceptada por necesidad; al principio, quedó mezclada con la propia de los indígenas que se convirtieron en bilingües. Poco a poco la lengua propia quedó reducida al ámbito privado, mientras que el latín se impuso en la administratión y el comercio.

    3. Sin duda la latinización fue más profunda en las ciudades de Levante, Andalucía y áreas cercanas a éstas que en el Norte. Esto es importante para la historia del español que tiene sus raíces precisamente en esa zona norte de cántabros, astures y váscones, en los confines de lo que luego serían los Reinos de Asturias, León y Castilla por un lado, Navarra y Aragón por otro. Aquí el latín se introduce a partir del siglo primero de nuestra era en un ambiente muy distinto al de las ciudades comerciales y bien comunicadas del Sur y Levante. Quizá sea ésta la razón por la que Menédez Pidal dice que "el dialecto castellano representa en todas esas características una nota diferencial frente a los demás dialectos de España, como una fuerza rebelde y discordante que surge en la Cantabria y regiones circunvecinas".

    4. Este latín hispánico ofrece características propias frente al francés, italiano, rumano, etc. Las más destacadas son:

      1. arcaísmo: Hispania al ser romanizada antes que la Galia, el norte de Italia y Dacia (Rumania) tiene palabras más antiguas que desaparecen después: español: cueva < cova 'caverna', del latín preclásico; francés: cave < cava 'caverna', del latín clásico.

      2. innovación: en el latín hispánico hay elementos innovadores propios como la fusión en una de la segunda y tercera conjugación latinas, fenómeno que pasa al español donde sólo hay tres conjugaciones: -ar, -er, -ir; en francés se conservan cuatro: -er, -ir, -oir, -re.

      3. Es también innovadora la formación de derivados: amargo (esp.), amer (fr.), amaro (it.) proceden del latín amaru, pero sólo el latín hispánico crea el derivado amarellu 'amarillo', que en francés es 'jaune' y en italiano 'giallo', de raíz distinta.

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IV. La lengua de los pueblos germáicos

  1. La invasión germánica

    1. Desde los primeros siglos de nuestra era, pueblos procedentes de Asia avanzan hacia Europa provocando el desplazamiento de otros pueblos germánicos a territorios del Imperio Romano. Como resultado de esto, tribus germánicas comienzan la invasión de la Península en el año 409, apenas iniciada la Edad Media. Vándalos, suevos y alanos luchan contra romanos e hispanos, pero serán expulsados o sometidos por otro pueblo germánico, los visigodos, que ocupan Burgos, Palencia, Soria, Guadalajara, Madrid y Toledo.

    2. Como habían tenido ya contacto con la romanización fuera de la Península Ibérica, la población hispanorromana no ofreció especial resistencia a la ocupación. Los visigodos crean un reino que abarcará toda la Península; la capital, Toledo, es la primera vez que se sitúa en el centro del territorio hispánico. Este hecho va conformando la mentalidad de los hispanos al no considerarse ya "provincia" sino "unidad independiente" (Lapesa).

  2. La cultura y la lengua germánicas.

    1. La cultura

      1. Los visigodos traen e imponen sus costumbres, sus leyes en la administación, su arte, pero, pasada una primera etapa de bilingüismo, adoptan el bajo latín (el clásico, pero degradado) para sus documentos oficiales y el latín vulgar para la vida social.

      2. La cultura visigótica ofrece una característica particular en el aspecto religioso: los Concilios de Toledo. Eran asambleas formadas por nobles y obispos que legislaban conjuntamente sobre temas políticos y religiosos.

    2. Los germanismos. Las principales huellas de estas invasiones en la lengua de Hispania, los llamados germanismos, son las siguientes:

      1. Los vándalos, alanos y suevos dejan pocos términos: Bandaliés (Huesca), Villalán (Valladolid), Suevos (Galicia).

      2. La presencia de los visigodos es mayor, aunque no muy grande. Romanizados ya, siguen utilizando palabras germánicas que pasan al léxico común de los hispanorromanos y de las lenguas romances:

        • nombres de lugar que reflejan la situación en la que, al comienzo, los visigodos no se mezclan con los nativos: Godos (Teruel), Revillagodos (Burgos), Romanos (Zaragoza), Romanillos (Guadalajara, Soria).

        • la vida militar ha dejado muchas palabras: werra < guerra; dard < dardo; wardja < guardia; triggwa < tregua.

        • vestido: falda < falda; cofea < cofia.

        • construcción: sal < sala.

        • música: harpa < arpa.

        • nombres de personas: Fernando, de frithu 'paz, alianza' y nanth 'atrevido'. Álvaro de all 'todo' y wars 'prevenido'. Elvira, Gonzalo, Alfonso, Adolfo.

        • toponimia: Burgo o Burgos procede de burg 'fuerte', 'aldea'.

        • sentimientos: orgoli < orgullo.

        • adjetivos: de riks 'poderoso' < rico; frisk 'reciente' < fresco.

  3. Consecuencias para nuestra lengua romance

    1. Las invasiones germánicas acabaron con el Imperio Romano y su cultura, que utilizaba la lengua latina para expandirse. En el exterior, las comunicaciones entre las provincias del Imperio se cortaron, quedando Hispania aislada del resto de lo que había sido el mundo romano. En el interior, aumentó también la incomunicación entre las regiones de la Península, a la vez que el latín vulgar perdía su carácter unificador. Los pocos datos que disponemos demuestran lo inevitable, la aparición de los dialectos romances. El estudio de la fonética del latín de estos años lo corrobora.

    2. Aparecen variantes regionales no muy acusadas, primitivas, que seguirán en aumento a lo largo de los años, hasta la consumación de los diversos dialectos. El proceso se inicia o se acentúa aquí, al apagarse y descomponerse el reino visigodo a lo largo del siglo VII.

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V. La lengua árabe

  1. La invasión musulmana

    1. Durante el siglo VII los árabes crearon un imperio que abarcaba desde Asia hasta el Magreb. Les movía la guerra santa, uno de los preceptos de la religión islámica contenidos en el Korán, libro sagrado de una nueva religión creada por Mahoma (570-632).

    2. La conquista de España les fue facilitada por la mala situación de la monarquía visigoda. Uno de los bandos los llamó en su ayuda para luchar en contra del rey Rodrigo, al que vencen en el 711 y quitan el trono, pero sin devolvérselo al bando rival. Siguieron conquistando el resto de la Península sin apenas resistencia a lo largo de cinco años, pasaron los Pirineos y ocuparon el sur de Francia.

    3. Los árabes, minoría, y bereberes, mayoría, realizan la primera conquista siendo dominados, desde el siglo XI al XIII, por pueblos del Magreb: almorávides, almohades y benimerines. Todos ellos practican la religión musulmana.

    4. Sin embargo, en la Península quedaron zonas, aunque conquistadas, no dominadas: la Cordillera Cantábrica y zonas altas de los Pirineos. Muy pronto (722), desde la Cordillera Cantábrica se inició una rebelión y reconquista de territorios hacia el Sur que iba a durar ocho siglos.

  2. La cultura árabe

    1. Supuso una gran transformación en la Península, debido a que la mayor parte de sus habitantes se hizo musulmana por las ventajas económicas obtenidas más que por presiones religiosas. La convivencia con los cristianos fue generalmente buena.

    2. En la época visigoda se había producido un alejamiento de la cultura grecorromana, que había sido recogida por los árabes. Ahora, a través de España, le va a ser devuelta a Europa dicha cultura en campos tan importantes como la medicina, las matemáticas, la filosofía, la botánica, la astronomía o la literatura. Además de la propia cultura árabe.

    3. Córdoba, en el siglo X, fue el gran centro, junto con Bagdad, donde se concentró el saber de todo el Imperio árabe y fue también foco de expansión cultural hacia Europa.

  3. La lengua árabe

    1. Las lenguas en Al-Ándalus

      1. Al-Ándalus, nombre que los árabes dieron a sus dominios en la Península, fue un complejo sistema de lenguas que resumimos así:

      2. el árabe clásico de los documentos oficiales y obras literarias; es la lengua de las clases altas y cultas.

      3. el árabe vulgar, empleado por los árabes de clase inferior, que no eran muy numerosos.

      4. el bereber, hablado por los bereberes, cuyo número era muy superior al de los árabes.

      5. el hebreo de los judíos que tuvieron una gran actividad en Al-Ándalus.

      6. el latín de los documentos eclesiásticos y los actos de culto de los cristianos o mozárabes.

      7. el romance o evolución del latín vulgar, el más hablado en las relaciones sociales y comerciales de la ciudad por mozárabes o hispanocristianos, por hispanomusulmanes, árabes y judíos. La confirmación la hallamos en las jarchas, donde se mezclan el romance, el árabe y el hebreo.

      8. presencia del bilingüismo en las familias que procedían de los numerosos matrimonios entre árabe o bereber e hispana.

    2. Arabismos. Dada la penetración de la cultura musulmana en la Península no es de extrañar que, después del latín, sea el árabe la lengua que más palabras, denominadas arabismos, ha aportado a nuestras lenguas romances:

      1. Vocablos técnicos árabes de uso internacional: alcohol, alquimia, alambique, elixir, zenit, álgebra, algoritmo, cero, cifra, guarismo.

      2. Sustitución de los números latinos (I, V, X, L, C, D, M) por las cifras arábigas (1, 5, 10, 50, 100, 500, 1000).

      3. Abundancia de topónimos: Algeciras, La Mancha, Alcalá, Medina, Guadalquivir.

      4. Palabras en todas las actividades:

        • Organismos oficiales: alcalde, alguacil.

        • Jardines: azucenas, azahar, adelfas.

        • Prendas: jubón, albornoz, babuchas.

        • Artesanía: tarima, alhaja, taza, jarra.

        • Minerales: azufre, albayalde, alumbre.

        • Albañilería: albañil, alcoba, azotea, tabique.

        • Agricultura: arroz, alfalfa, sandía, alcachofa, alubia, zanahoria, aceituna, azúcar, algodón.

        • Comercio: arancel, aduana, almacén, zoco.

        • Ocio: ajedrez, laúd, tahúr, azar.

        • Caballería: alazán, acémila, jaeces.

        • Guerra: , alférez, alfanje, atalaya, tambor.

      5. Adjetivos: mezquino, gandul, azul, añil.

      6. Interjecciones: ¡ojalá!, ¡ya!.

VI. Origen y desarrollo de la lengua castellana

1. Introducción histórica

El dominio musulmán no había logrado imponerse en las zonas montañosas de las cordilleras cantábrica y pirenaica, origen de los estados cristianos y de la resistencia que va a dar lugar a la Reconquista. Iniciada en el siglo VIII como lucha para evitar saqueos, los cristianos aprovecharán las disensiones políticas en Al-Ándalus para ir ocupando ciudades y territorios hacia el Sur en una lucha que durará hasta el siglo XV. Los centros de donde parte la resistencia son Asturias, León, Navarra, Aragón y Cataluña.

El movimiento se inicia y desarrolla en los siglos VIII y IX en la cordillera cantábrica, donde se crea el reino de Asturias, que se siente sucesor de la monarquía visigoda. Aprovechando las disensiones entre árabes y bereberes, los reyes cristianos llegan hasta el Duero, donde fortifican ciudades y repueblan el territorio con mozárabes, gallegos, cántabros y vascos.

En el siglo X, para facilitar la reconquista que continúa su avance, los monarcas asturianos crean el reino de León. Es la época de mayor esplendor del Califato de Córdoba y los caudillos Abd al-Rahman III y Almanzor saquean y destruyen ciudades reconquistadas desde Cataluña hasta Galicia. Dichas plazas volverán a poder de los cristianos a partir de la muerte de Almanzor (1002).

Durante este siglo, en la zona nordeste del reino de León, denominada Cantabria, y en los límites con las tierras riojanas del Reino de Navarra, afirma su autonomía y después su independencia, el condado de Castilla (actualmente, el Norte de Burgos que limita con La Rioja, Álava, Vizcaya, Cantabria y Palencia). Era un lugar de fácil acceso por los caminos del valle del Ebro para los ejércitos musulmanes. Sus habitantes, repobladores cántabros, vascones y astures, construyen, a partir del siglo VIII, unas fortificaciones defensivas o castillos. De aquí procedería el nombre de Castilla.

Durante los siglos XI, XII, y XIII, coincidiendo con el declive político de Al-Ándalus, los reinos cristianos del norte extienden hacia el Sur el terreno conquistado a los musulmanes, quedando reducidos éstos al reino de Granada.

2. El castellano primitivo

A. Las lenguas romances españolas

La llegada de los pueblos germánicos a la Península Ibérica produjo la pérdida de unidad del latín y la aparición de variantes del mismo en distintas zonas geográficas. Aparecen las lenguas románicas o romances españolas, lejos de los territorios donde el dominio árabe era más fuerte: gallego, leonés, asturiano, castellano, riojano, navarro-aragonés y catalán.

En los territorios ocupados por los musulmanes o Al-Ándalus, los cristianos o mozárabes, y también muchos musulmanes y judíos, hablan el romance, un latín evolucionado con muchos términos árabes; esta lengua romance tiene características distintas en Andalucía, Extremadura, Valencia o Murcia.

B. Siglos X al XIV: el origen del castellano.

El norte de la Península Ibérica, sobre todo los territorios que van desde el reino asturleonés hasta el de Navarra, ambos incluidos, recibió tarde y mal tanto la lengua romana como la árabe. La falta de ciudades importantes con presencia romana o musulmana lo confirma.

Ni el latín ni el árabe se impusieron con la misma intensidad que en otras partes. El latín, presente en la actividad de la Iglesia y la administración, se abría paso con dificultad; el contacto con el árabe se reducía a la presencia de los ejércitos musulmanes en busca de botín, a la visita de emisarios políticos entre las autoridades de Al-Ándalus y de los reinos cristianos, y a las relaciones con territorios vecinos ocupados por musulmanes.

Por tanto, sus habitantes siguieron hablando las lenguas indígenas durante siglos, aunque sería muy difícil determinar la verdadera situación lingüística en cada uno los territorios. Solamente tenemos constancia de palabras sueltas del primitivo romance y del vasco. Pero saber lo que hablaban los nativos en la calle, el grado de implantación de estas lenguas, es tarea imposible.

En el caso de La Rioja no sería exagerado hablar de bilingüismo, que podemos extender por el este de la actual provincia de Burgos, tal como lo confirma la presencia de topónimos eusquéricos: Ezcaray y Ollauri, en La Rioja, Ezquerra y Urquiza, en Burgos. Lo que no sabemos es si los habitantes de estas aldeas eran nativos o repobladores.

Es innegable "el bilingüismo que indudablemente existió largo tiempo, desde los primeros intentos de romanización, en todas estas tierras del alto curso del Ebro, y que en gran parte es responsable de las especiales características que adoptó el romance castellano. Características que, para decirlo rápida y esquemáticamente, se reducen a ser un latín mal aprendido por indígenas que tendrían por lengua propia el vasco o algún dialecto íntimamente emparentado con éste", dice Alarcos Llorach.

Menéndez Pidal no vacila en calificar a este primitivo romance de "disidencia lingüística" frente al gallego y leonés, al occidente, y al aragonés y catalán, al oriente.

Este romance primitivo será el que asume la comunidad castellana como signo de identidad, a pesar de que La Rioja, perteneciente al Reino de Navarra, no fue anexionada al Reino de Castilla hasta finales del siglo XI. A partir de este siglo comenzará la expansión del castellano desde tierras burgalesas.

C. Los primeros textos

a. Siglo IX. Documentos notariales

Menéndez Pidal y otros autores han encontrado palabras del primitivo romance en documentos notariales, escritos desde el siglo IX en latín degradado. Son nombres de lugares y personas escritos tal como se usaban en la conversación diaria, alejados ya del latín..

b. Siglo X. La nodicia de kesos

Manuel Alvar propone "como primer testimonio del romance aquella nodicia de kesos que el cellero Semeno, de Ardón del Esla, escribió en el año 980". Se trata de una nota del despensero del monasterio leonés de Rozuela, en la villa de Ardón (probablemente del euskera ardo 'vino'), sobre el consumo de quesos, realizada con palabras latinas y romances. De la importancia del monasterio habla la nota, ya que constata el consumo de cuatro quesos cuando el rey visitó Rozuela.

La marca del primitivo romance aparece en las consonantes sordas que se sonorizan (nodicia) y en la palatalización (uinia, taliaron).

El documento se conserva en el Manuscrito 852 de la Catedral de León, fechado en el año 959. La nota de quesos, escrita en el dorso de uno de los folios, parece ser del mismo año del manuscrito, lo que cambiaría la fecha que da Alvar.

c. Siglo XI. Las Glosas Emilianenses y Silenses

A este siglo pertenecen las glosas (anotaciones realizadas sobre palabras latinas para aclarar su significado) del monasterio riojano de San Millán de la Cogolla (Glosas Emilianenses) y del monasterio burgalés de Silos (Glosas Silenses).

Las Glosas Emilianenses, según Alarcos Llorach, fueron "escritas en una zona que no pertenecía al condado de Castilla, sino situada en los confines occidentales del reino de Navarra", es decir, en la Rioja; por eso, la lengua de las glosas, en su mayoría, es el dialecto riojano.

No sabemos nada de su autor, tal vez era un estudiante de latín que aclaraba palabras difíciles del documento latino utilizando la mayor parte de las veces un latín degradado (varios centenares de glosas), otras veces el romance (146 glosas) y el euskera (2 glosas).

Las glosas romances son de dos tipos:

Las que aclaran una sola palabra: glosas 26 y 28

Latín Glosa Castellano actual
caracterem  seingnale   señal, signo
cursiles  correnteros  corrientes, torrentes

Las que aclaran una frase: glosas 48 y 138

Latín Glosa Castellano actual
pauperibus reddet qui dat a los misquinos que da a los pobres
tu jpse es tu eleisco jes  tu mismo eres

Las glosas en euskera: glosas 31 y 42

Latín Glosa Castellano actual
jinueniri meruimur  jzioqui dugu hemos encendido
precipitemur   guec ajutuezdugu  nosotros no nos arrojamos

El precipitemur también se glosa en romance: nos non kaigamus (glosa 43).

 Nos encontramos también con la glosa romance más larga conocida, la número 89, de la que destacamos el final: "facanos deus omnipotes tal serbitjio fere. ke denante ela sua face gaudioso segamus. Amen" ("Háganos Dios omnipotente hacer tal servicio que delante de su faz gozosos seamos. Amen").

Las Glosas Emilianenses se hallan en el Códice 60 de San Millán de la Cogolla, actualmente en la Real Academia Española de la Historia, en Madrid. El códice de las Glosas Silenses se halla en el Museo Británico.

Últimamente se habla del Códice 46, también del monasterio de San Millán de la Cogolla, del siglo X.

d. Siglo XI. Las jarchas.

Son breves composiciones poéticas de dos, tres o cuatro versos, puestos al final de unos poemas de escritores árabes y hebreos denominados moaxajas. La moaxaja tiene un ritmo lento y está escrita en árabe o hebreo clásico; la jarcha, cambia el ritmo, el estilo y la lengua: árabe vulgar o hebreo y el romance.

El problema de las jarchas ha sido el estar escritas con letras árabes o hebreas. Por eso no han sido descubiertas hasta 1948 por Samuel Miklos Stern. Este hebraísta observó que detrás de las palabras aparentemente árabes o hebreas había palabras en romance, usadas por la comunidad mozárabe, hispanomusulmana y judía de Al-Ándalus.

La lengua de las jarchas es variada: en general, son una mezcla de árabe vulgar o hebreo y romance; en unas, predomina el romance y en otras, no. Su procedencia es popular, pero también culta. En general, expresan sentimientos de amor puestos en boca de una mujer, no sabemos si cristiana, musulmana o hebrea.

Se han descubierto sesenta y cuatro jarchas con términos en romance, cantidad nada despreciable como testimonio de los primitivos orígenes del español en el Sur de España.

Éstos son algunos ejemplos de jarchas:

Jarcha 9

Vaise mio corachón de mib.

¡Ya Rad!, ¿si se me tornarad?

Tan mal me dóled li-l habib,

enfermo yed, ¿cuánd sanarad?

(Se va mi corazón de mí.

¡Ay, Dios!, ¿se me tornará?

Tanto me duele por el amado,

enfermo está, ¿cuándo sanará?)

Jarcha 14

¿Qué faré mamma?

Meu al-habib est ad yana.

(Qué haré, madre?

Mi amado está a la puerta)

Jarcha 18

¡Tanto amare, tanto amare,

habib, tanto amare!

Enfermeron olios nidios

e dolen tan male."

(¡Tanto amar, tanto amar,

amado, tanto amar!

Enfermaron ojos brillantes

y duelen tan mal.)

e. Características de los primitivos textos

Los primitivos textos del romance que encontramos en León, La Rioja y Al-Ándalus se caracterizan por los siguientes rasgos:

  • Utilizan términos arcaicos.

  • Dependen y siguen la línea del latín.

  • Carecen de grafía fija: una misma palabra se escribe de distinta forma.

  • No siguen ninguna norma lingüística.

  • Tienen influencia de otras lenguas: latín vulgar leonés, vasco, árabe.

  • Reflejan culturas regionales diferentes.

3. Siglo XII. Desarrollo del castellano

El castellano primitivo, según Rafael Lapesa, es un islote excepcional, cuya aparición en la escritura es lenta. Adoptó las innovaciones que venían del leonés, vasco y navarroaragonés, añadiendo características propias.

Se convirtió en un dialecto original e independiente con modos que no se daban en el resto de los dialectos: convertía la f inicial latina en h aspirada (hijo por fiyo), suprimía la h (ornilla por furnellu), cambiaba -illo por -iello: castillo por castiello. Y mientras las características del navarroaragonés, del leonés y mozárabe retrocedían, las del castellano se afirmaban: dirá llamar en vez de clamar (aragonés, catalán y mozárabe) o chamar (leonés y gallego-portugués).

Lo más característico del castellano comienza a mediados del siglo XI, coincidiendo con el momento en que Castilla se convierte en reino frente a León y Navarra. Cantabria, origen de Castilla, y La Rioja adoptaron poco a poco las formas del dialecto de Burgos.

En el siglo XII la reconquista desde Portugal, León, Castilla, Navarra, Aragón y Cataluña avanza hacia el interior de Al-Ándalus. El romance de estas tierras había recibido un duro castigo ya que una gran parte de los que lo hablaban, los mozárabes, habían sido perseguidos por los almorávides y almohades. Cada dialecto influyó en la zona conquistada, pero, al final, será el castellano el que se impone, ayudado por la literatura.

En este siglo si no se escribió, al menos sí se creó en castellano, la gran obra épica del Cantar de Mío Cid, por un autor familiarizado con Medinaceli (Soria) y la ciudad de Burgos. Otra obra escrita en castellano, de la que se conserva un fragmento, es el Auto de los Reyes Magos, obra dialogada que se representaba en la catedral de Toledo.

La lengua sigue sin fijeza, sin una norma que le dé uniformidad: la e final se puede pronunciar o no, el orden de la frase cambia. Las obras literarias contribuyeron a frenar el proceso de anarquía. Por otra parte, continúa el influjo francés en la lengua a lo largo del Camino de Santiago por el que circulan personas de toda condición, entre otras, poetas provenzales recitando sus poemas a lo largo de aldeas y ciudades.

Siglos XIII y XIV: El modelo del habla toledana

Gonzalo de Berceo.

Vinculado a los Monasterios de San Millán de la Cogolla (La Rioja) y Silos (Burgos), es el primer poeta de nombre conocido y máximo representante del Mester de Clerecía. Este movimiento busca la expresión culta y sencilla, para que todas las personas lo entiendan. Esto le llevará a usar términos cultos del latín, pero a la vez, para que el pueblo disfrute de la vida de los santos de que trata, se ve obligado a usar el dialecto riojano, influido ya por el castellano.

Alfonso X el Sabio.

La gran figura para la historia de la lengua es Alfonso X el Sabio (1252 - 1284), que prefiere dedicarse más a la cultura que a la guerra. En su corte se crea la prosa castellana y se fija la lengua de acuerdo con el modelo del habla toledana, con concesiones a los usos de Burgos y León.

Esta labor se realizaba en la Escuela de Traductores de Toledo, que había fundado en el siglo XII el obispo don Raimundo: un judío o un árabe hacía una versión oral en romance de obras árabes o hebreas, un cristiano pasaba dicha versión al latín. En la época de Alfonso X se deja de hacer la versión en latín y el cristiano redacta la versión oral en castellano literario.

Aunque entre los traductores y redactores de la extensa obra de la corte alfonsí no se daba la uniformidad deseada en el uso del castellano, se logró frenar la anarquía anterior. Este modelo toledano de la lengua, que se convierte en lengua oficial en documentos y leyes, continuará en los siglos siguientes.

Características de la lengua toledana:
  1. Intensifica el mantenimiento de la e final de palabra: monte por mont.

  2. Utiliza me, te, se por m, t, s.

  3. Fija la grafía de la palabra hasta el siglo XVI.

  4. Alarga la frase y la hace más flexible, aunque haya una excesiva repetición de que y et (y).

  5. Usa un nuevo vocabulario aplicado a las ciencias y a la historia antigua para lo cual utiliza derivados (ladeza, anchura, de lado, ancho), palabras nuevas cuyo origen latino o griego explican la primera vez que son utilizadas ("dicen en latín tribus por linage") y tecnicismos (septentrión).

  6. Sigue utilizando -iello y f inicial latina frente a h y a -illo del castellano burgalés.

  7. Emplea los latinismos con corrección.

  8. Con ello el lenguaje quedaba listo para exponer en prosa lo que se quisiera, como lo demostró el propio rey con la variedad de temas abordados en sus obras: leyes, historia, astronomía, mineralogía, astrología, ajedrez

4. Siglo XIV. Don Juan Manuel y Juan Ruiz

Don Juan Manuel continúa la obra de Alfonso X y cuida no sólo el lenguaje, sino también la corrección y transmisión de sus escritos. En el extremo opuesto, Juan Ruiz utiliza un lenguaje vitalista con modismos y refranes; su Libro de Buen Amor queda en manos del pueblo para lo que éste disponga.

La lengua toledana sigue su proceso de regularización:

  • La e final de palabra sigue utilizándose cada vez más.

  • Generalización de -illo por -iello.

  • El cambio de h por f se abre paso con dificultad.

  • La terminación -ía sustituye a -iés, -iedes del imperfecto y condicional: sabía, robaría por sabiés, robariedes.

  • Se generaliza el cambio de nos y vos por nos otros, vos otros.

  • Uso de latinismos con incorrecciones: entinción 'intención', soplenidades 'solemnidades.

5. Siglos XV al XVII: Expansión del castellano

Siglo XV

Introducción histórica.

Los reinos de Castilla y Aragón se ven envueltos en una serie de guerras civiles por problemas de sucesión. Esta situación trae consigo la anarquía y el malestar social, sobre todo en Castilla, aumentado por las revueltas de los nobles contra el rey y el abuso de poder de personas que habían recibido beneficios de la corona.

La situación termina con la unión de Isabel I de Castilla y León y Fernando II de Aragón, llamados Reyes Católicos.

Tres hechos históricos, significativos para la lengua, caracterizan su reinado:

  • Conquista del último reino árabe de Granada.
  • El descubrimiento de América.
  • La expulsión de los judíos.

Todo esto incrementó la expansión del español fuera de nuestras fronteras: parte de los habitantes del reino granadino llevaron el español al norte de África, donde fueron expulsados; en los extensos territorios americanos se inicia la colonización lingüística; unos 170.000 judíos salen de España hacia África y Europa hablando la lengua romance castellana, que pasará a denominarse judeo-español o sefardí.

Con estos dos reyes la situación de España cambia: en el interior se logra la unidad política y religiosa de España y se fortalece la autoridad real. En el exterior, se amplían las relaciones internacionales y se ponen las bases del Imperio español. También se crea la Inquisición y se establecen las primeras imprentas en Valencia y Zaragoza.

El Humanismo

Se trata de un movimiento cultural de origen italiano que se extiende por toda Europa y fija el latín como modelo a imitar. El principal impulsor es Francesco Petrarca, pero también influyen Dante y Boccaccio. El humanismo considera a las lenguas romances como de inferior categoría y se propone hacer un castellano a imagen y semejanza del latín, justo lo contrario que había intentado Alfonso X.

Se toma como ideal a los escritores grecolatinos, cuya obras se traducen al castellano. Los autores españoles intentan incorporar los recursos sintácticos y literarios de aquéllos, a veces de manera exagerada. Dentro de esta tendencia se encuentran Juan de Mena (1411-1456) y el Marqués de Santillana (1398-1458).

Usos empleados en la lengua por la corriente latinizante:

  1. Abuso del hipérbaton, sobre todo del nombre y adjetivo: "a la moderna volviéndome rueda" (Juan de Mena).

  2. Utilización del participio de presente por una oración de relativo: "Oh vos, dubitantes, creed las estorias" (Marqués de Santillana).

  3. Aumento de los adjetivos antepuestos: "los heroicos cantares del vaticinante poeta Omero" (Mena).

  4. Presencia de muchos cultismos que, al no poder ser retenidos por el castellano, desaparecieron: sciente 'sabio', fruir 'gozar'.

  5. Falta de respeto a los latinismos, usados de manera vulgar: inorar por ignorar, cirimonia por ceremonia.

  6. Presencia de italianismos (belleza, soneto) y galicismos (dama, gala).

No todos los escritores cometían tales exageraciones. El poeta Jorge Manrique (1440-1479) representa un descenso en la tendencia latinizante.

La lengua romance

Paralelamente a esta tendencia culta, la lengua romance continúa su marcha imparable en el habla coloquial y en la literatura. Los poemas épicos y líricos del Romancero recogen esa veta popular del lenguaje, elevada ya a niveles de gran perfección formal.

Una obra de finales de siglo, La Celestina, de Fernando de Rojas, recogerá y fundirá los elementos cultos y populares de las dos tendencias.

La primera gramática

En la época de los Reyes Católicos (1474-1517) no decae el gusto por la cultura grecolatina. La propia reina, sus hijos, las damas de la corte y los nobles estudian latín. Llegan humanistas italianos y aumentan las traducciones de obras clásicas facilitadas por la imprenta.

En 1492 Elio Antonio de Nebrija, gran humanista español, publica su Gramática Castellana, la primera de las lenguas románicas, a las que servirá de modelo. Los objetivos de su obra los explica en el prólogo:

  • Establecer normas que garanticen la unidad de la lengua a través de los siglos.

  • Facilitar el estudio del latín con el estudio de la gramática castellana.

  • Proporcionar a los pueblos colonizados el instrumento para aprender la lengua del colonizador.

El habla toledana

En esta época el castellano ha perdido muchos de sus rasgos medievales y, como dice Rafael Lapesa, "la unidad lingüística del centro de la Península estaba casi consumada", siendo el habla toledana "el modelo de buena dicción", frente al terreno perdido por el leonés y el aragonés. Además, se establece como lengua literaria en Cataluña, Valencia, incluso en Portugal. Llega a Canarias entre 1478 y 1483, y a Hispanoamérica a partir de 1492

Características fonéticas del habla toledana:

  • Se generaliza el uso de h aspirada por la f inicial latina: harina por farina. En Castilla la h había dejado de aspirarse: arina.

  • Predominio de la d en lugar de la t final de palabra: voluntad y no voluntat.

  • Cambian algunas formas verbales: amades por amáis, sodes por sois.

  • Vacilación en las vocales: sobir/subir.

  • Distinción de b/v, al revés que en Castilla y Aragón.

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Última actualización: 2004-03-05