Hasta
épocas recientes, los medicamentos han
sido extraídos de vegetales mediante
técnicas y procedimientos que han
servido de base de trabajo para la
industria farmacéutica. Con esta antigua
biotecnología se identificó gran
cantidad de extractos vegetales que
permitían paliar distintas dolencias. Se
utilizaban decantadores o alambiques en
los que se destilaban esencias
vegetales. Por ejemplo, en las dolencias
leves se tomaba una infusión de corteza
de abedul. Ahora conocemos que en la
corteza de este árbol se acumula Ácido
Acetil Salicílico.
Desde que Fleming,
en 1929, descubrió la penicilina, se han
utilizado muchos microorganismos, aparte
de Penicillium notatum. Las cepas de
microorganismos productores se han ido
seleccionando y, en la actualidad,
pueden crearse nuevas cepas, gracias a
la Ingeniería genética. No sólo se
producen antibióticos, también vacunas y
otros medicamentos, como antifúngicos o
algicidas.
La clonación ha permitido avances muy
importantes en el campo de la Medicina.
Estos avances se han producido en la
prevención y el diagnóstico
de enfermedades, identificando genes
mutados que provocan diversas
enfermedades, como por ejemplo, el gen
relacionado con el enfisema pulmonar.
También se ha avanzado mucho en el
tratamiento de enfermedades. |
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La prevención y el diagnóstico se
corresponden con la investigación
clínica, siendo necesario técnicas de
clonación y creación de sondas de ADN.
El tratamiento requiere, en muchas
ocasiones, la creación de organismos
genéticamente modificados.
La industria farmacéutica invierte
gran cantidad de recursos en la
obtención de bacterias, levadura o mohos
genéticamente modificados, capaces de
producir antibióticos u otro tipo de
moléculas.
En 1978 se consiguió introducir en la
bacteria Escherichia coli el gen que
codifica para la síntesis de la
insulina. Esta bacteria produce Insulina
humana, comercializada con el nombre de Humulina. Al administrarse al paciente
diabético no provoca problemas de
rechazo, tal y como ocurría
anteriormente con la inyección de
insulina animal.
En 1985 se introdujo, también en la
bacteria Escherichia coli, el gen que
produce la hormona del crecimiento (Somatotropina).
Los problemas que ocasionaban los
anteriores tratamientos, como la
transmisión de la enfermedad de
Creutzfeldt-Jakob (encefalopatía
espongiforme humana),
son ya Historia.
En otros trabajos se han creado vacas
u ovejas genéticamente modificadas, que
producen enzimas humanas (granjas
farmacéuticas). Éste es el caso de la
producción de la enzima
a-I-Antitripsina,
cuya carencia provoca el enfisema
pulmonar hereditario. El gen que
codifica esta enzima se introdujo en un
cigoto de oveja, junto con el promotor
del gen que codifica las proteínas de la
leche. Posteriormente, el cigoto fue
implantado en una oveja receptora
(madre). La oveja transgénica, ya
adulta, produjo en su leche gran
cantidad de antitripsina. Esta enzima se
aísla del resto de componentes de la
leche, por centrifugación,
electroforesis o cromatografia. Una vez
separada, se inocula en el paciente.
También se utilizan organismos
genéticamente modificados para obtener
tejidos compatibles con los humanos.
Estos tejidos animales son utilizados en
los xenotrasplantes.
Los últimos avances de estas técnicas
corresponden a la terapia génica. Desde
1990 se han desarrollado técnicas de
modificación genética, trabajando con
las células de los propios pacientes.
Estas terapias son individualizadas. Se
puede reemplazar, sustituir, inhibir o
introducir un gen, dependiendo de cada
paciente.
- La inserción génica
consiste en introducir una copia del gen
normal para que sustituya al gen mutante
no activo, del enfermo.
- Con la
cirugía génica se extrae el gen
defectuoso o se repara.
- La supresión
dirigida de células específicas
consiste en introducir un gen que
induzca la muerte de esas células o la
respuesta inmune contra ellas.
- En la
inhibición dirigida de la expresión
génica se silencia un gen que produce
una proteína perniciosa. Para ello, se
actúa sobre el ARN mensajero, haciendo
que hibride con una sonda específica.
Así, el ARN mensajero no se expresa
y la proteína no se produce.
Una de las primeras terapias génicas
fue la realizada en los pacientes con
deficiencia de ADA (niños burbuja). Esta
deficiencia provoca la acumulación de
Adenosina, que produce la inviabilidad
de los linfocitos y degenera en una
inmunodeficiencia completa. Para
corregir esta deficiencia, en el
laboratorio se añade a las células madre
de linfocito el gen y, posteriormente,
se introducen en el torrente sanguíneo
del paciente. Se ha observado que
después de la terapia génica el paciente
es capaz de formar linfocitos normales.
En la actualidad, estas técnicas
pueden aplicarse en los casos donde se
cumplan las siguientes características:
- Que sean enfermedades monogénicas,
es decir, sólo afectan a un gen.
- Que el gen afectado provoque una
falta en la función de la célula.
- Que el gen se exprese siempre y no
dependa de una expresión modulada en
función de las señales celulares.
- Que el daño se produzca en un
determinado tejido o tipo celular y no
en todos.
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