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Inicio > Cine > 6 Cine y sociedad > 6.6 Cine y propaganda ideológica 6.6 Cine y propaganda ideológicaEl cine se convierte muy pronto en el mejor vehículo propagandístico que puedan tener los países. Si bien se trata de una industria que mira eminentemente al ocio del ciudadano mundial, cuando surgen enfrentamientos y conflictos internacionales los países implicados estudian cómo utilizar el medio para no sólo difundir sus ideas en su propio país sino, también, cómo hacerlo de cara al exterior. Al hablar de propaganda cabe referirse a momentos de singular trascendencia que se ajustan a periodos conflictivos: desde la Primera Guerra Mundial o la revolución soviética de 1917 hasta la caída del muro de Berlín y los conflictos de finales del siglo XX. La Primera Guerra Mundial es la prueba
de fuego para entender la efectividad propagandística del cine.
Historias de todo tipo se impresionan durante y tras la guerra con desigual
acierto a la hora de destacar el pacifismo de un país o la necesidad
de combatir al enemigo. Son visiones ejemplares Sin novedad en el frente
(All quiet on the western front, 1930), de Lewis Milestone,
o Senderos de gloria (Paths of glory, 1957), de Stanley
Kubrick. Sergei M. Eisenstein se convierte en el referente visual de la
revolución soviética montando películas como La
huelga (Stacka, 1924), El acorazado Potemkin (Bronenosez
Potemkin, 1925) y Octubre (Oktiabr, 1927) Un jalón significativo en este itinerario ideológico lo constituye el fascismo con recordadas propuestas italianas como La vieja guardia (La vecchia guardia, 1934), de Alessandro Blasetti, o Escipión el Africano (Scipione lAfricano, 1937), de Carmine Gallone, y el cine nazi, especialmente el ejemplar trabajo documental de Leni Riefenstahl El triunfo de la voluntad (Triumph des Willens, 1934). A finales de los años treinta, la Guerra Civil española genera algunas producciones al margen de todas las imágenes que se filman en el frente y la retaguardia por ambos bandos. La Segunda Guerra Mundial permite aprovechar
al máximo los recursos que tiene la industria del cine con el fin
de producir documentales y películas de ficción que encadenen
la campaña propagandística necesaria para alentar a las
tropas y a los países inmersos en el conflicto. Europa se convierte
en un dramático plató cinematográfico en el que se
experimentan todas las fórmulas posibles para captar imágenes
y elaborar mensajes que justifiquen el desgarro que se está produciendo.
Tanto durante, como una vez finalizado el conflicto bélico, se
hace necesaria una reflexión sobre todo lo realizado. Si resulta
extraordinariamente emotivo el documental The Battle of Midway
(19429, de John Ford, también son impactantes la película
británica Sangre, sudor y lágrimas (In which we
serve, 1942), de David Lean y Noel Coward, o las estadounidenses También
somos seres humanos (Story of G.I. Joe, 1945), de William A.
Wellman, y Los mejores años de nuestra vida (The best
years of our lives, 1946) La tensión generada entre las dos grandes potencias (Estados Unidos y la Unión Soviética) da pie a que el mundo se sumerja en la denominada guerra fría, un marco de conflicto subterráneo que se aprecia en las relaciones internacionales y en la actuación de los organismos que tiene que dirimir sobre cuestiones que afectan a los países del Este y occidentales. En este sentido, la producción cinematográfica de ficción estadounidense sirve de plataforma para seguir hablando del peligro comunista, y se ayuda en su objetivo no sólo del cine de terror, sino también de la ciencia-ficción, el cine bélico y hasta el western, géneros que le permiten propagar un paranoico estado de alerta permanente que sirve, al mismo tiempo, como marco idóneo para difundir el estilo de vida americano el american way of life- como antesala de la telaraña colonizadora que extiende ya con la ayuda de la televisión- por todo el mundo, al tiempo que sigue librando numerosos conflictos en Corea, Vietnam, el Golfo, Irán... La propaganda ideológica está implícita en buena parte de los contenidos audiovisuales que se han producido y se producen en el mundo. No se puede entender la información y la comunicación desde los inicios del siglo XX sin esas dosis de propaganda inevitable.
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![]() ![]() ![]() ![]() Sin novedad en el frente (1930), de Lewis Milestone. ![]() ![]() Escipión el Africano (1937), de Carmine Gallone. ![]() ![]() ![]() El triunfo de la voluntad (1934), de Leni Riefenstahl. ![]() ![]() Sangre, sudor y lágrimas (1942), de David Lean y Noel Coward. Fuente fotografías: © Historia Universal del Cine. Madrid. Fascículos Planeta. 1982. Varios tomos. |
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