|
|
|||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
|
Inicio
> Cine
> 7 Tecnología
del cine > 7.1 Principios visuales
y sonoros de la imagen en movimiento Principios
visuales En la retina hay dos clases de receptores: los bastones, sensibles a la luz pero sin definición e insensibles al color salvo al azul, y los conos, menos numerosos y poco sensibles a la luz pero mejores en la discriminación del detalle, el color, la forma y la posición. Algunas anomalías del funcionamiento del ojo posibilitan la percepción de las imágenes en movimiento. Es el caso de la llamada persistencia retiniana que hace referencia a un fenómeno fisiológico por el cual la sucesión de imágenes fijas nos produce ilusión óptica de movimiento. El ojo es incapaz de separar una imagen de otra si ambas se suceden a una velocidad superior a las 16 imágenes por segundo. Justamente, los tecnólogos pioneros del siglo XIX trabajaron con esta peculiaridad para inventar el cine. En la actualidad, la velocidad estandarizada de rodaje del cine sonoro se establece a 24 ó 25 fotogramas por segundo La comunión
entre el ojo y el cerebro conlleva una serie de constancias perceptivas
que explican cómo percibimos las imágenes: la Adaptación
cromática, por la que se compensan las variaciones de color
y por ello se ve la luz de la bombilla como blanca cuando en realidad
emite luz anaranjada, la Adaptación al brillo, por las que
el iris, al igual que el diafragma de una cámara, compensa las
variaciones de brillo adaptándose a la intensidad de luz, y la
Percepción del espacio, por la que el cerebro calcula la
diferencia de las visiones de los dos ojos produciendo diversas formas
de percibir la distribución espacial relativa de los objetos: superposición,
los objetos situados detrás se perciben como más lejanos;
tamaño, su constancia nos permite calcular las distancias;
inducción espacial, los objetos iluminados son captados
como mayores que los oscuros; resolución, discriminación
del detalle y altura, los objetos situados arriba se ven como más
lejos. El sonido es una perturbación que se propaga a través de un medio elástico a una velocidad característica de ese medio. En el aire a 0º de presión atmosférica el sonido se desplaza a 340 m/s (metros/segundo). Dicha velocidad varía según el material de transporte y la temperatura. Obviamente, de este modo debemos establecer que el sonido no puede propagarse en el vacío. El oído humano sano y joven capta como promedio las frecuencias sonoras situadas en la banda comprendida entre los 20 Hz (herzios) y los 20 Khz (kiloherzios) y cuya intensidad oscila entre el 0 y los 120 dB (decibelios). La sensibilidad del oído viene delimitada por el Campo de Audibilidad, que es el establecido entre el Umbral de Audición, representado como la curva a partir de la cual el sonido es audible, y el Umbral de Dolor, curva que representa la energía en la que la sensación sonora se convierte en dolor. La percepción del sonido se articula en tres propiedades; la Intensidad, si es débil o fuerte; la Altura, si es grave o agudo y el Timbre, si es agradable o desagradable. |
|
|||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||