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especiales digitales 7.9 Efectos
especiales digitales Las imágenes generadas por ordenador permiten crear seres y objetos tridimensionales sólo limitados por la imaginación. El primer paso de las distintas operaciones suele darse en el mundo real con el dibujo y posterior modelación en escayola y a pequeña escala del futuro ser sintético. Más tarde, se explora con un escáner y se le otorga tridimensionalidad con una estructura de mallas que cumple la función de esqueleto digital. La tercera fase consiste en establecer los movimientos, fotograma a fotograma, con la paleta gráfica, añadiéndole en el caso de los humanos los huesos, los músculos y la piel, con el objetivo confesado de proporcionar sensación verosímil de movimiento. Justamente, en este último punto residen las diferencias y los logros de cada película. Cada nuevo efecto que vemos en una película suele condicionar la creación de un nuevo software en busca de mejorar el anterior y siempre delimitado a un objetivo muy concreto tales como el movimiento de los brazos, el color de la piel, la textura de la ropa, entre otros. Las técnicas de espirales y de dilatación de los pixels están en la base de la deformación de las estructuras sólidas: un socorrido recurso de impacto visual y mucho predicamento en la moderna cinematografía (rostros que se estiran como chicle o se derriten, puentes que se deforman, etc...). Suele reproducirse en estructura de malla el actor u objeto sobre el que se va a aplicar susodichas técnicas puesto que ello permitirá un exacto acoplamiento al combinarse su imagen real con la imagen virtual. A finales de los años 80 surgió una técnica que revolucionó los efectos digitales y llamó por primera vez la atención sobre el potencial de las nuevas tecnologías aplicadas al cine: el morfing o efecto consistente en posibilitar la metamorfosis de un elemento corpóreo a otro en continuidad espacio-temporal. Aunque en Tron (Tron, 1982) de Steven Lisberger ya se habían introducido en el largometraje técnicas de infografía (decorados, vehículos, naves y vestuarios virtuales), no sería hasta la aplicación de este truco sobre personajes, como en Abyss (The Abyss,1989) o Terminator 2: el Juicio Final (Terminator 2: Judgment Day, 1991), ambas de James Cameron, cuando se despertó el asombro y la expectación de la gente. Para recrear el movimiento y el dinamismo en los seres humanos virtuales se procede primeramente a capturar imágenes del movimiento en actores reales. Para ello se rueda con varias cámaras de alta velocidad, por ejemplo a 60 fotogramas por segundo, a una persona, a la que se le han pegado Led Tracking Markers (señales reflectantes) en puntos escogidos del cuerpo. El sujeto realiza las acciones convenidas y la lectura que cada cámara hace de las señales reflectantes se transfiere a un ordenador donde, ralentizada o alterada, se transforma en una estructura de varillas que sirve de base al esqueleto desde el que se crea el personaje. En casi todas las películas del Hollywood actual se utilizan efectos digitales, ya que no todos los trucos son tan llamativos como los dinosaurios, los entes fluidos con rostro humano o el T-1000 de Terminator convirtiéndose en robot de cromo solidificado. También la recreación del antiguo Egipto o el plano de una llamada telefónica desde una calle inexistente pueden requerir la utilización de técnicas que están llamadas a seguir rompiendo fronteras en el mundo audiovisual. |
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