En relación con otros medios de comunicación, la radio
genera una situación comunicativa muy particular, en la que emisor
y receptor se ven sin ser vistos, en la que se perciben espacios sin ser
percibidos, en la que, sobre la nada, se dibujan mares, ríos, montañas,
animales, rostros, sonrisas, tristezas,... La radio, como muchas veces
se ha dicho, es un medio ciego, pero también es, al mismo tiempo,
un mundo a todo color.
La radio es todo eso porque, en aquel que la escucha, genera constantemente
imágenes mentales que, a diferencia de esas otras imágenes
que ofrecen el cine, la televisión, la prensa, la fotografía
o los videojuegos, por citar algunos ejemplos, no están limitadas
por espacios, ni por pantallas, ni por colores, ni por sonidos. Y tampoco
están limitadas, ni mucho menos, por el lenguaje radiofónico;
un lenguaje que, como luego veremos, presenta una gran riqueza expresiva
y unas extraordinarias posibilidades de explotación.
La capacidad de generar imágenes mentales en los oyentes es, sin
duda, la principal especificidad de la radio como medio de comunicación,
aunque tradicionalmente también se le han atribuido otras propiedades
a las que necesariamente tenemos que referirnos: su inmediatez, la heterogeneidad
de su audiencia, su accesibilidad o la credibilidad de sus mensajes. Además,
la radio, en comparación con la prensa o la televisión,
es barata y técnicamente sencilla. No hace falta disponer de grandes
infraestructuras para emitir, ni trasladar cámaras, ni equipos
de iluminación, ni poner en marcha impresionantes rotativas.
La radio, pese a los avances que han experimentado otros medios gracias
a la incorporación de las nuevas tecnologías de la información
y de la comunicación, sigue siendo, en la actualidad, la más
rápida y la más instantánea, sobre todo a la hora
de transmitir acontecimientos noticiosos de última hora. De la
misma manera, la radio no ha perdido la virtud de llegar a todos los públicos,
porque, entre otras cosas, sus mensajes son sencillos y fáciles
de entender, porque su escucha es compatible con el desarrollo de otras
actividades, porque entretiene, porque no es necesario saber leer, porque
es gratuita, y porque, a diferencia de la prensa, la televisión
o el cine, para algunas personas discapacitadas no interpone barreras.
El medio que nos ocupa ha inspirado tradicionalmente una gran confianza
entre sus seguidores, posiblemente porque la mayoría de los locutores
se dirigen a ellos de tu a tu, les despiertan por la mañana, les
acompañan durante la noche, conversan con ellos, les hablan...,
y casi siempre con un halo de naturalidad y amistad que difícilmente
se aprecia en otros medios audiovisuales. En la confianza que despierta
la radio entre la población española, posiblemente radique
el hecho de que, hoy por hoy, siga suscitando una gran credibilidad. Pocos
ponen en duda, por ejemplo, la veracidad de la información radiofónica.
Pero como podrás intuir, no todo son ventajas. La radio tiene otras
características que conviene no perder de vista, ya que influyen
poderosamente sobre el trabajo diario de sus profesionales y condicionan
gran parte de las tareas productivas más cotidianas, como la redacción
de los textos y la locución. La radio, no lo olvides, es un medio
exclusivamente sonoro y, por tanto, en la percepción de sus mensajes
sólo participa uno de los cinco sentidos: el oído. Además,
la radio es un medio acusmático, ya que, como señala en
su libro La audiovisión Michel Chion, uno los teóricos más
prestigiosos en el campo de la comunicación audiovisual, no aporta
imagen alguna del origen de todos aquellos sonidos que constantemente
emite.
2.1.1 La influencia
de la mediación técnica
El canal de transmisión propiamente dicho, así como los
aparatos receptores de la señal, imponen ciertas limitaciones a
los mensajes radiofónicos, convirtiéndolos en secuenciales,
fugaces y unidireccionales. ¿Qué significa esto?
Que los mensajes sean secuenciales quiere decir que se emiten
uno tras otro, en un orden que el oyente no puede modificar. Los medios
impresos son, en este sentido, mucho más flexibles, ya que es el
receptor quien decide qué lee y en qué orden lo lee.
Que los mensajes sean fugaces quiere decir que no permanecen
en el tiempo, sino que se pierden una vez han sido emitidos. En el caso
de la prensa, el lector tiene la posibilidad de detenerse en un titular,
u observar con detalle una fotografía, o volver a releer un texto
que no ha entendido.
Que los mensajes sean unidireccionales significa que, por
lo general, la audiencia no puede intervenir en la tarea del comunicador
radiofónico cuando éste está explicando una noticia,
moderando un debate o realizando una entrevista. Por tanto, salvo en los
programas de participación, el enlace comunicativo imperante es
vertical, de emisor a receptor.
No obstante, es muy importante tener en cuenta que, con las nuevas posibilidades
de escucha que ofrece Internet (sobre ellas se habla ampliamente en el
capítulo Historia y evolución
del medio), la radio en Red supera algunas de las limitaciones que
le impone el canal tradicional, como la fugacidad o la secuencialidad
de sus mensajes. La capacidad de integración multimedia que caracteriza
a Internet posibilita, entre otras cosas, que las emisoras puedan aprovechar
las prestaciones del World Wide Web para crear archivos sonoros en los
que quede almacenada su programación y, por tanto, permanezcan
en el tiempo (se neutraliza la fugacidad). De esta manera, al oyente se
le ofrece la oportunidad de sintonizar un espacio que por cualquier circunstancia
no haya podido seguir en directo o, simplemente, la posibilidad de volver
a escucharlo tantas veces como quiera si así lo desea (los mensajes
retornan). El receptor puede acceder a los programas según sus
preferencias y escucharlos en el orden que quiera (se rompe la secuencialidad),
sin imposiciones temporales.