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5.1 La redacción y la locución (continuación 1)

¿Cómo se consigue la simplicidad?
En primer lugar, procurando que las oraciones no superen, de media, las 30 palabras, aunque sin caer en la escritura telegráfica, y, en segundo lugar, intentado exponer cada idea de la forma más diáfana posible. Para ello es muy recomendable hacer uso de las denominadas técnicas de simplificación, especialmente de la comparación y del redondeo.

La comparación es un recurso muy útil que permite al oyente visualizar con mayor claridad una idea compleja o abstracta. Al receptor le resulta mucho más fácil imaginar lo que le es más próximo, conocido o familiar, de forma que la asociación por comparación favorece siempre la comprensión. Así, por ejemplo, si en una noticia radiofónica informásemos sobre la construcción de un gran centro de ocio en Madrid, sería mucho más eficaz comparar su extensión con la de un parque como El Retiro o con la de un estadio de fútbol como el Santiago Bernabeu, que no aportar el dato exacto en metros cuadrados. En el caso del descubrimiento de un nuevo planeta, no cabe duda que cualquier oyente se haría una idea más aproximada de su magnitud si se comparase con la Tierra, y así sucesivamente.

Por su parte, en la redacción radiofónica se acostumbra a redondear las cifras para neutralizar las dificultades de comprensión que éstas generan, pero sobre todo para que el texto resulte mucho más simple. Por eso te sugerimos que, al trabajar con cifras, uses fórmulas como las siguientes:

En vez de:
4.963 personas acudieron a la manifestación,
mejor:
cerca de 5.000 personas acudieron a la manifestación.

En lugar de:
Hace 45 días,
es preferible escribir:
Hace un mes y medio.

Mucho mejor:
La mitad de los asistentes,
que:
25 de los 50 asistentes.
Etcétera.

Con independencia de lo explicado hasta aquí, la redundancia, que consiste en incidir sobre las ideas y los datos más relevantes, debe estar presente también en cualquier texto radiofónico. Dadas las características específicas del medio, el hecho de que una idea importante aparezca una sola vez pone en peligro su captación por parte del oyente. No olvides que, a diferencia de lo que sucede en los textos impresos, donde el mensaje permanece en el tiempo y, por tanto, puede revisarse, en la radio esto no es posible, por lo que la reiteración es fundamental.

La redundancia tiene una triple función: por una parte, facilita el proceso de retención de las ideas más significativas en la memoria del oyente; por otra parte, favorece una mayor atención por parte del receptor, al reducir el esfuerzo que ha de realizar en la escucha; finalmente, guía en el proceso de interpretación, al destacar, en más de una ocasión, lo más relevante.

Con el fin de que el uso de la redundancia no empobrezca la redacción, procura utilizar sinónimos y no incurras en el error de utilizar las mismas palabras, como si de una mera repetición se tratara. Redundar no es repetir.

Junto a las cuestiones tratadas, los signos de puntuación también influyen en la consecución de la sencillez que necesariamente debe caracterizar la redacción radiofónica, así como el léxico que se utilice; un léxico próximo al receptor, que huya de los tecnicismos y del lenguaje excesivamente culto. Recuerda siempre que la audiencia de la radio se caracteriza por su marcada heterogeneidad (oyentes de todas las clases sociales, con niveles de estudios muy dispares, de distintas edades, etcétera).

En relación con los signos de puntuación, es importante tener en cuenta que solo se usarán aquellos que tengan una transcripción oral clara y que, por tanto, sean útiles para marcar unidades o grupos fónicos -en el glosario del capítulo La comunicación radiofónica encontrarás la definición de este concepto-, como la coma, el punto, los puntos suspensivos, los dos puntos, y los signos de interrogación y admiración. En cambio, de nada servirá utilizar comillas, paréntesis o guiones, ya que, al margen de no tener una transcripción oral concreta, complican la redacción, en tanto que introducen nuevas oraciones sobre la principal. Para que te hagas una idea más aproximada de lo que aquí decimos, piensa, por ejemplo, que, a la hora de leer un texto, el punto implica una pausa y una caída del tono, por lo que informa sobre la finalización de una idea. Por contra, las comillas difícilmente pueden ser representadas en una locución.