Las
lenguas han adquirido a lo largo de siglos
construcciones y formas para expresar la realidad. Éstas
están tan arraigadas en nuestro subconsciente que nos
parecen totalmente lógicas e indiscutibles.
Cuando vemos que otras lenguas expresan el
significado de manera distinta nos sentimos perplejos e
incómodos. La forma de expresar el significado no es ni
mejor ni peor en una lengua que en otra, tan sólo
distinta. En las lenguas actuales sucede lo mismo:
nosotros decimos "nací en 1963" y el inglés dice I
was born ("yo fui nacido") ¿Quién tiene razon?, ¿El
nacer es algo voluntario?. También decimos "el sol salió
hoy a las siete", pero ¿de dónde sale el sol?, ¿no es la
tierra la que gira?.
En
todo caso no podemos ir por ahí diciendo "el giro de la
tierra hizo visible al sol a las siete", (si queremos
que nos entiendan).
Por
todo esto, debemos acostumbrarnos a que no siempre las
construcciones sintacticas coinciden y, a menudo, hay
que escoger. Si en griego tenemos βιβλία σοί εἰσιν, puede traducirse
literalmente "hay libros para ti" o más libre "tienes
libros", pero si se trata de φιλίαι σοί εἰσιν, ya no se puede decir
"hay amistades para tí", habrá que decir "tienes
amistades".
Conviene seguir algunas normas a la hora de
traducir:
-
Si
al traducir obtenemos como resultado una construcción
extraña, deberemos cambiarla por otra
aceptable en nuestro idioma.
-
Si
añadimos algo a la traducción, es conveniente que lo
hagamos notar. Por ejemplo, incluyéndolo entre
paréntesis.
-
Si
algún término o expresión no tiene equivalencia,
deberíamos dejarlo como está e incluir una nota
explicativa. |