Hacia el
200 a. C. los romanos, que ya habían conquistado Italia
y Sicilia, comenzaron a intervenir en los asuntos
internos de Grecia a favor de unos u otros, según sus
intereses.
En el 166 a.
C. acabaron con la dinastía de Macedonia y en el 146 a.
C. (destrucción de Corinto) pusieron fin a la ficción
de una Grecia independiente y la transformaron en una
provincia más de su imperio. Lo mismo sucedió con los
reinos y las ciudades de Asia.
En el año 31
a. C. el emperador Augusto se anexionó Egipto, tras
vencer a Cleopatra y Marco Antonio en la batalla de
Accio. Egipto era el último reino helenístico aún
independiente.
La cultura de
la antigua Grecia influyó poderosamente en los
escritores, artistas e intelectuales de Roma; así, el
emperador Adriano construyó en Atenas una biblioteca y
mandó terminar un imponente templo comenzado en época
del tirano Pisístrato: el Olimpeion.
La
propagación del cristianismo en los
primeros siglos de nuestra era comenzó en Grecia, ya que
San Pablo visitó ciudades como Corinto, Atenas,
Tesalónica, Filípolis...
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