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6.6 La profesión del
programador 6.6 La profesión del programador La parte más importante del oficio del programador consiste en comprender ‘los pensamientos’ de la audiencia; afirmación que es independiente de que nos refiramos a aquellos que trabajan en los grandes mercados nacionales o los que desarrollan su actividad en la reducida cobertura de una emisora local. Ciertamente, las actividades del quehacer programativo se ven afectadas por factores al margen de la audiencia como, por ejemplo, las presiones que la industria publicitaria ejerce para que se produzca algún tipo de modificación del contenido o la duración de los programas, tal como ocurre cuando en las retrasmisiones deportivas hay (un número elevado de) cortes publicitarios. La estructura del trabajo de programación sigue una pautas muy similares en todos los países. El responsable máximo de las decisiones programativas recibe según las emisoras denominaciones diversas tales como director de antena, director de programación o director de programas. En algunas emisoras públicas las propias ordenanzas laborales indican los parámetros del oficio; así en RTVE se dice que programador es “el profesional con formación a nivel universitario superior que es responsable individual o corporativamente, de la estructura de la programación, de la búsqueda y selección de ideas, de la creación de contenidos, del control del proceso de elaboración de los mismos y de su expresión televisual, así como de la confección de los esquemas de programas, de la dirección de la emisión y del análisis y evaluación de los resultados”. Huelga decir que, al margen de cualquier definición legal, el desarrollo del oficio estará determinado por la capacidad de producción que posea el canal, pero de la propia descripción anterior se deduce que la profesión del programador obliga a establecer las políticas de producción propia y ajena (“búsqueda y selección de ideas, de la creación de contenidos”), de fijar la programación de la parrilla (“confección de los esquemas de programas”), de verificar el perfecto desarrollo horario de la emisión con especial atención a los cambios imprevistos (“dirección de la emisión”). Quedaría al margen de la definición, además del conocimiento de la audiencia sobre el que ya hemos incidido, las labores de promoción de los programas que con frecuencia están en las emisoras españolas adscritas al área de programación. En la fórmula de trabajo colectivo con el que las emisoras televisivas organizan las tareas de programación no es fácil catalogar las características del buen programador; es decir, individualizar las decisiones que puedan ser consideradas como innovadoras u originales. No se trata, claro está, de especificar aquellas medidas que resultan más eficaces para la empresa como ganar dinero y tener buenos índices de audiencia. Quizá la regla más útil sea estimar como trabajos creativos aquellos que o bien hayan sido capaces de establecer pautas de comportamiento social o bien hayan creado formatos inéditos. Un ejemplo de esto último sería la manera en que Médico de Familia renovó el formato tradicional de las comedias de situación incorporando varias subtramas de géneros diversos (comedia y drama combinados) y una duración que duplicaba los estándares tradicionales (setenta minutos en su primer episodio). Los resultados son conocidos: en España se hace un formato de producción propia al margen de los cánones estadounidenses sobre la comedia de situación. |
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